Diario de León

Juegos de Tokio | Tenis

Carreño acaricia las medallas con los dedos

El tenista español se cuela en semifinales tras deshacerse de Medvedev Se jugará el pase a la final ante Khachanov

Pablo Carreño celebró con garra su triunfo en dos sets (6-2 y 7-6) frente al ruso Medvedev. RUNGROJ YONGRIT

Pablo Carreño celebró con garra su triunfo en dos sets (6-2 y 7-6) frente al ruso Medvedev. RUNGROJ YONGRIT

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Pablo Carreño (Gijón, 1991) tiene el peso de todo un país encima y no parece importarle. Carreño era desde el miércoles el único superviviente del hundimiento de la Armada y ayer demostró que asumía con orgullo el reto de llevarla el solito a algún puerto. En la sofocante tarde de Tokio ganó a Medvedev, número dos del mundo, y lo hizo en dos sets (6-2, 7-6), sin perder ni por un momento la concentración. Serio, dominador, brillante, inapelable. Llegó a desquiciar al tenista ruso, que acabó lanzando su raqueta al segundo anfiteatro, enfadado porque se supo inferior y porque, por más que lo intentó, no logró ni siquiera poner nervioso al asturiano. La gloria de los campeones se abre ahora ante Carreño, un tenista fiable, regular, que merodea por el ‘top ten’ y que de vez en cuando se apunta alguna victoria sonora, pero que al que ahora se le abren las puertas de la gloria con mayúsculas. Tiene por delante dos partidos para convertirse en medallista olímpico: si este viernes (8.00, hora española) bate a otro ruso, Karen Khachanov, disputará la final y se habrá asegurado al menos la plata; si pierde, todavía le quedará el partido por la medalla de bronce.

Cinco días antes de que se celebrara la ceremonia de inauguración, había alzado el trofeo de campeón del torneo de Hamburgo sobre tierra batida, el más importante de los seis títulos individuales que posee. «Vine a Tokio a conseguir una medalla», dijo este jueves tras acabar su partido contra Medvedev. Y esa ambición ha ido moldeando todas sus actuaciones durante el torneo. Antes que el tenista ruso fueron cayendo Sandgren, Cilic y Koepfer, pero Medvedev es una pieza de caza mayor, con su tenis incómodo, intenso y efectivo y su capacidad para desquiciar oponentes. «Quise jugarle con sus propias armas», señaló Carrreño más tarde a los periodistas. Y lo consiguió. Su rival también lo reconoció. Durante todo el partido había tratado de amedrentar al asturiano con su tenis heterodoxo y sus golpes variados y fulminantes, pero Carreño se mantuvo sólido e imperturbable. «No sé por qué no juega así más a menudo -dijo Medvedev-.

Máxima ambición
Carreño aseguró, tras vencer al número 2 del mundo, que fue a Tokio «a conseguir medalla»

Si lo hiciera ganaría algún grande. Hoy ha sido mejor que yo».

Cuando terminó su partido, Carreño prorrumpió en un grito feroz y se abrazó con el seleccionador, Sergi Bruguera, medallista de plata en Atlanta 1996. En el otro lado de la cancha, Medvedev la tomaba con su raqueta. Esa visión contrapuesta era el mejor resumen del partido.

El perfil aguileño del asturiano apunta a las medallas: hay tres para cuatro candidatos. Desde el año 2008, en Pekín, no gana una raqueta española una medalla individual en tenis en los Juegos Olímpicos. Entonces fue Nadal el que se colgó el oro. El propio Nadal consiguió otro oro en Río, pero formando pareja con Marc López. Ahora puede ser Carreño el que suba al podio. Para ello tendrá primero que doblegar a Khachanov, con quien presenta un balance muy igualado, aunque favorable al ruso en pista dura.

Pero ayer ofrecieron imágenes muy diferentes en sus partidos: a Khachanov le puso en muchos aprietos el francés Ugo Humbert, al que ganó en tres sets, y Carreño dictó una lección de tenis y de control mental ante el número dos del mundo. Puede al menos respirar aliviado Carreño de que Djokovic vaya por la otra parte del cuadro. El serbio avanza a paso militar, sin perder tiempo ni energías, como si coger la medalla de oro fuera para él un acto puramente burocrático en el que no le merece la pena entretenerse.

Djokovic, desencadenado

El japonés Nishikori, que debió lamentar profundamente la ausencia de público en la pista central del Ariake Park, ni le hizo cosquillas: Djokovic se lo desquitó con un 6-2, 6-0 fulminante. Se medirá en la otra semifinal de la jornada al ruso Zverev, que tampoco sufrió demasiado para eliminar al francés Chardy (6-4, 6-1). Saldrán a la pista central una vez que Carreño y Khachanov la abandonen. Sabremos entones si el asturiano disputará la final o si aún le queda otra bala (una bala de bronce) en la recámara.

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