Diario de León

La crisis viaja a Barcelona

La derrota frente al Real Madrid deja tocados a los de Koeman El técnico holandés sentencia a Griezmann

Messi se vio impotente frente al Madrid y su mal partido lo acusó todo el equipo. ANDREU DALMAU

Messi se vio impotente frente al Madrid y su mal partido lo acusó todo el equipo. ANDREU DALMAU

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El Barça parece haber entendido que atraviesa un momento de transición en el que debe armarse de paciencia. Una reconstrucción no puede hacerse de la noche a la mañana y en el proceso pueden surgir contratiempos, como perder 1-3 un clásico contra el Real Madrid. La clave del éxito, más inmediato o a largo plazo, estará en cómo afronte el equipo, el club y el entorno un golpe así.

Al equipo de Ronald Koeman todavía le faltan muchas cosas para funcionar de la forma ideal y en el clásico pagó la inmadurez, aunque, curiosamente el más ingenuo no fue Ansu Fati, autor de otro gol a sus 17 años, o Pedri, titular en la mediapunta también con 17 años, algo tímido en su primera gran cita. Tampoco Sergiño Dest, que dejó grandes sensaciones en el lateral derecho a sus 19 años. El ‘pardillo’ fue Lenglet, más bregado, de 25 años ya, a quien no se le ocurrió otra cosa que agarrar de la camiseta a un Sergio Ramos que le estaba empujando en el típico forcejeo dentro del área. Se lo puso en bandeja al central madridista, que se dejó caer de forma cómica para que el árbitro y el VAR se quedaran con esa captura en la mente: un brazo y una camiseta estirada. Todo muy absurdo, pero es el fútbol de hoy. La acción decidió el partido porque era el 1-2 y el técnico holandés no leyó bien cómo reaccionar y más bien lo complicó todo con los cambios.

Pese a esa confusión de Koeman durante el partido, el técnico del Barça salió airoso del clásico incluso perdiendo. Primero por su alineación joven y valiente, sentando además a Griezmann porque ciertamente no merecía ser titular por sus últimas actuaciones. Luego porque antes del 1-2 de penalti, el equipo azulgrana tuvo minutos muy buenos y ocasiones para ponerse por delante. Y, por último, porque explotó contra el funcionamiento del VAR y la actitud de los árbitros que no tienen ningún criterio en las jugadas polémicas.

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