En el adiós a un pionero

En los albores de los años setenta se produjo en León un cambio radical con los usos y maneras de practicar el montañismo; se introdujo por vez primera el concepto de montañismo deportivo en su sentido más amplio, y así un puñado de jóvenes se empeñaron en realizar ascensos y escaladas de dificultad, tanto en invierno como en verano, y comenzaron a generar ilusiones que en los años siguientes se concretaron en actividades de un buen nivel. Entre este reducido grupo, un berciano llegado a la capital leonesa, se incorporó, primero a la Escuela de Alta Montaña de la OJE, y posteriormente al Club Alpino Leonés: Fernando Marné Caballero, más conocido en el ambiente alpinístico como Nandotti.

En esos primeros años de despegue de la escalada en León, Nandotti estuvo siempre presente de forma destacada realizando las escaladas de mayor interés en las montañas cercanas, Fontún, Hoces de Vegacervera, Peña Ubiña, Picos de Europa, y así, las escaladas de mayor dificultad que por entonces había, fueron engrosando su envidiable historial. Ahora se cumplen 40 años de la célebre vía Nando 71, laboriosa escalada artificial de una centena de verticales metros que trazó en la Pirámide del Fontún.

Primero los Pirineos, Gredos... y luego las Dolomitas y los Alpes, conocieron de su paso por las Tres Cimas del Lavaredo, el Triglaw, el Cervino o el Mont Blanc. En el año 1977 participó en la primera Expedición Leonesa extraeuropea cuyo objetivo era el primer seis mil leonés, el Salcantay (6271 m), en los Andes del Perú. Esta expedición no alcanzó la cumbre pero inició el despertar hacia las grandes montañas por parte del alpinismo de nuestra tierra. En 1979 se embarcó en un curioso proyecto, genuinamente leonés, organizado por José Carlos Prieto, y del que también formaban parte Juan Antonio Valbuena, "Chepo", o el periodista Montero Aparicio, para ascender una cumbre de siete mil metros, el Nun Kun (7135 m), en la India. Para ello recorrieron un largo y azaroso trayecto desde León al Himalaya en dos Land Rover, un viaje cargado de emoción y de aventuras, incluida la revolución de los ayatolás en Irán que derrocó al Sha de Persia.

Su brillante historial, y sus sólidos conocimientos, le permitieron formar parte de la plantilla de la primera promoción de profesores de la Escuela Española de Alta Montaña (ENAM) en la provincia de León, en la que en los años siguientes, desarrolló su labor docente .

En el continente africano Nandotti tuvo una notable actuación, pues además de varias salidas a Marruecos, atravesó en un par de ocasiones el desierto del Sáhara en Argelia para escalar en los verticales y aislados pitones volcánicos del Hoggar. En 1982 formó parte de una expedición leonesa que abrió un nuevo itinerario de dificultad en el Monte Kenya.

También estuvo en Khazastán, donde ascendió al difícil Khan Tengri (7010 m), en Pakistán intentando un ocho mil: el Broad Peak (8047 m), y en Nepal, primero otro ocho mil, el Cho Oyu (8201 m), y luego formando parte de la Expedición Castellano y Leonesa Samuel Rubio de 1999 al Everest (8848 m). En 1994 había alcanzado, en Alaska, en una expedición solitaria, el punto más elevado de América del Norte, el Mckinley de 6194 m.

En la primavera de 1999, como entrenamiento para el Everest, alcanzó el Polo Norte Magnético después de haber recorrido a pie, calzado con sus esquís de travesía, más de 600 km arrastrando un pesado trineo en el que llevaba todo lo necesario para ser autónomo, haciendo así lo que él denominaba alpinismo horizontal.

Pero sin duda fueron los Andes donde acumuló un historial incomparable. Se desplazó a Sudamérica durante varios veranos pasando largas temporadas en distintos macizos consiguiendo llegar a las cumbres de las montañas más carismáticas e interesantes. En Ecuador ascendió al Cotopaxi (5897 m) y al Chimborazo (6384 m), en Perú al Artesonrajú (6025 ), al Huascarán (6768 m) y al difícil y hermos o Alpamayo (5947 m), y en Bolivia al Illimani (6462 m), al Illampú (6485 m) y al Sajama (6542 m). Más de una veintena las montañas ascendidas por encima de los seis mil metros. Alpinista rudo, de los clásicos, de carácter desenfadado, no tuvo problemas en adaptarse a los cambios que se iban produciendo en el montañismo y se le podía encontrar ascendiendo a una alta montaña o trepando en itinerarios de escalada deportiva de Pedrosa, Valdehuesa, las Peñas de Prado, o las Hoces de Vegacervera, acompañando a jóvenes escaladores a los que doblaba en edad.

Desde hace tres décadas pasaba la época invernal como monitor de Esquí en la estación de Pas de la Casa, en Andorra. Precisamente allí fue donde finalizaron sus días el pasado día 5 de abril cuando la principal arteria de su cuerpo humano, la aorta, no pudo resistir la presión.

Siempre recordaremos a Nandotti con su brindis preferido y heredado de su abuelo: -˜Salud, gas y electricidad-™.