Diario de León

El fútbol convierte en sonrisas la difícil vida del lacianiego Valdo

El futbolista nacido en Villablino supera su complicada niñez con un paso triunfal en Primera División

León

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Desde su nacimiento en la localidad leonesa de Villablino en 1981, la vida de Valdo Lopes Rocha ha recorrido valles de lágrimas y sonrisas, desde que inició su periplo en el mundo del fútbol. Hijo de inmigrantes caboverdianos que buscaron trabajo en las minas leonesas, se separaron cuando Valdo tenía tan sólo cuatro años y quedó al cuidado de su madre, que posteriormente se instaló en Madrid. Como los medios no eran demasiado elevados, su madre lo dejó en Aravaca bajo la custodia de las monjas del colegio Santa María del Parral, de Cáritas, para menores con padres en el extranjero o inmigrantes. En el patio de tierra del citado centro educativo, Valdo descubrió que el balón botaba igual que en cualquier otra parte del mundo, aunque el control que imprimía el chaval lacianiego al esférico era mucho más técnico. Su hermana Marina se dio cuenta de la elegancia de Valdo con el balón en los pies y no era amor fraterno, sino la más pura realidad. Enseguida consiguió que las monjas le compararan zapatillas y útiles deportivos para prolongar las cualidades del chaval. Incluso, por aquel entonces, veía por la tele al Real Madrid de la quinta del Buitre. El fracaso en los estudios no significó suspenso en la asignatura del balón. Su evolución tanto física como técnicamente no pasó desapercibida para Vicente del Bosque, de aquella coordinador de las secciones de base del Real Madrid, cuando vivía con una familia que adoptó a la promesa del fútbol. Tenía 16 años y toda una vida por delante para demostrar en el Real Madrid de sus amores que podía vivir del fútbol. Algunos entrenadores no le comprendieron. Le hicieron jugar en cualquier posición, hasta de portero cuando faltaba alguno para completar el equipo. Si no es por Del Bosque hubiera sido traspasado al Las Rozas, pero no fue así gracias al salmantino. Cuando jugó en los juveniles del Real Madrid se lo tomó como trabajo y no como diversión. Con el tiempo se hizo con un hueco, hasta que decidió que debía marcharse del club blanco. El director deportivo del Real Madrid, Jorge Valdano, le ofreció un contrato de 90.000 euros de contrato por temporada (15 millones de las antiguas pesetas) con una cláusula de rescisión de 70 millones de euros. Diferencia desproporcionada que le hizo decantarse por la opción del Atlético Osasuna. No firmó lo que le ofreció Valdano, pero si aceptó irse al conjunto navarro con la posibilidad de que el Real Madrid se quedara con el derecho de recompra durante los próximos tres años. Valdo llegó a Osasuna cuando el equipo «rojillo» estaba a punto de abandonar las Liga de las estrellas. En nueve meses se convirtió en el ídolo de El Sadar. Ahora sólo espera el encuentro frente al Real Madrid para reivindicarse, que no para contestar a nadie, porque la casa blanca para el lacianiego es algo así como su primer hogar.

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