Diario de León

El olimpo de Maialen

Chourraut ingresa en el selecto club.Solo Cal (5) y Llaneras, Craviotto, Belmonte, Fuentes y Arantxa Sánchez Vicario (4) superan a la guipuzcoana. Maialen ya tiene todos los metales: oro en Río 2016, bronce en Londres 2012 y, ahora, plata en Tokio

Maialen Chourraut celebra en el podio tras recibir la medalla de plata en kayak femenino en piragüismo en slalon. ENRIC FONTCUBERTA

Maialen Chourraut celebra en el podio tras recibir la medalla de plata en kayak femenino en piragüismo en slalon. ENRIC FONTCUBERTA

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Maialen Chourraut confirmó ayer su estatus de auténtica figura y leyenda del deporte español, al completar un palmarés olímpico espectacular con la plata en K1 piragüismo eslalon en Tokio 2020.

Sabía que, a la vista de los últimos resultados en competiciones internacionales y de todos los cambios que ha habido en su vida, repetir el podio era más que complicado, pero su autoexigencia y su carácter competitivo le mantuvo en el Olimpo.

Cuando acabó decimosexta en Pekín y cuando se colgó el bronce en Londres 2012, la guipuzcoana salió con cierto sabor agridulce porque se le había escapado la gloria absoluta. La encontró en el canal brasileño de Deodoro y la ha refrendado con un segundo puesto en el de Kasai.

Se levantó entonces hace nueve años en el camino hacia Río. Y lo ha vuelto a hacer en la ruta hacia Tokio pese al año de aplazamiento de los Juegos por la pandemia. En aquel momento en el Whitewater Stadium londinense comenzó a pasar por su cabeza un reto si cabe mayor: ser madre y demostrar que se podía continuar en la élite para, incluso dar el salto a la gloria dorada olímpica.

Nacida en Lasarte el 8 de marzo de 1983, aquella niña que comenzó a practicar el piragüismo como afición en la playa de La Concha con 15 años, que incluso se despistaba cuando había que ayudar a su padre en la librería, comenzó un proyecto de enjundia junto a su pareja, Xabi Etxaniz, que también es su entrenador y el responsable técnico del área de slalon de la Federación Española.

Cuando empezó y veía a los pioneros del slalon español, incluido Etxaniz, pensaba que los Juegos no eran para ella, que no estaba destinada a ellos. Qué equivocada estaba. Poco a poco su progresión fue geométrica y su camino fue constante para ir obteniendo grandes resultados en las principales competiciones internacionales.

Perfeccionista, trabajadora infatigable, dio a luz a Ane en 2013. La pequeña llegó por cesárea y eso dificultó su recuperación y la posibilidad inmediata de entrenarse al máximo. Poco a poco, Maialen fue recuperando los efectos de la cesárea. Largas jornadas de trabajo en la pista, en el gimnasio, vídeos... De todo. Entre medias la labor de madre, siempre pendiente de Anne y aprovechando todo el tiempo que dispone para estar con ella.

El reto fue cubriendo etapas. Incansable, infatigable e irreductible, Maialen Chourraut volvió a los grandes podios internacionales y siempre con la mirada en el dorado metal de Río 2016. En Deodoro encontró la bajada perfecta que tanto ella como Xabi Etxaniz siguen asegurando que no existe y en una final pletórica apabulló a sus rivales sin misericordia y demostró el potencial de una madre tan brava o más que las aguas en las que compite.

Ocho años atrás, en Pekín vivió el sinsabor de una eliminación tempranera, en Londres jalonó su carrera con un bronce, en Río alcanzó el sueño buscado durante tanto tiempo y en Tokio se aferró de nuevo al podio, trece años después del sinsabor en China.

Atrás quedan muchas cosas, como cuando estuvo tres minutos con la cabeza metida en el agua en un vuelco, cuando tuvo que ser operada de ambos hombros, los apuros de la escasez de dinero para desarrollar la carrera profesional.

Desde Río cambiaron muchas cosas en la vida de Chourraut, entre ellas el cambio de residencia, al volver a casa en Guipuzcoa tras los muchos años vividos en La Seu d’Urgell, donde tenía a mano el canal olímpico de Barcelona’92. Pasó a entrenar en el Bidasoa, en el Urumea y en Pau (Francia).

También en este periodo hubo lesiones, varias, e incluso búsqueda de piragüas —más de veinte— porque no podía seguir compitiendo con la misma. La presión de ser campeona olímpica también fue un factor a tener en cuenta.

«Ha sido un ciclo olímpico duro, me ha costado mucho estar arriba». Un buen ejemplo es que no pudo viajar a estos Juegos en junto con su hija Ane. En Río, con 3 años, estuvo la unidad familiar en un piso. En Tokio, por las restricciones, Chourraut y Etxaniz, no pudieron tenerla de nuevo al lado.

Nada más acabar su recorrido, envió besos a Ane, con la que pudo hablar poco después de recibir la medalla de plata de manos del presidente de la Federación Internacional, el también español José Perurena.

«Mis competiciones no son fáciles, suelo estar en las finales, pero cuando no saco medalla se lleva buenos disgustos. Ahora no está aquí con nosotros y aunque sabe cómo es esto, estamos muy lejos y tanto ella como mi familia han hecho un gran esfuerzo para que yo pueda estar cumpliendo mi sueño», declara la guipozcoana sobre la ausencia de Ane.

Antes ya se había tirado al agua del canal junto a su marido, quien siempre confió en ella y que le ha vuelto a guiar hacia el podio pese a que en esta oportunidad no había llegado con el cartel de favorita.

Chourraut, que se considera una persona «seca», lo peleó hasta el último momento. Nunca se rindió. Nada la frenó. Y la plata es la recompensa para esta leyenda viva del deporte español.

«En la final la más rápida no era, pero la más experta sí. He soñado muchas veces con esta medalla. Me decía a mí misma que no necesitaba el oro, pero que no tenía la plata y me hacía mucha ilusión. Tampoco se pueden decir muy alto estas cosas, porque suena a egoísta», afirmó Maialen después de entrar en el selecto club de los olímpicos españoles con más de tres preseas, únicamente superada por Cal , Llaneras, Craviotto, Belmonte, Fuentes y Arantxa Sánchez Vicario.

«También soñaba, porqué no, ser la primera chica en tener las tres medallas olímpicas en nuestra disciplina, y hemos sido dos a la vez, Jessica y yo —en referencia a la australiana Jessica Fox, que logró la tercera plaza en la final de K1—. Tengo 38 años y adaptarse a las nuevas técnicas supone sacrificio, pero lo he conseguido, he jugado mis cartas y ha salido bien». De esta manera celebraba Chourraut la tercera medalla española en Tokio.

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