Diario de León

El Príncipe de La Bañeza ya corre en el cielo

Phil Read, siete veces campeón del mundo y un enamorado del Gran Premio de Velocidad que ganó en dos ocasiones, muere a los 83 años como uno de los grandes del motociclismo

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Phil Read corre desde el pasado jueves en el cielo. Antes lo hizo en la tierra demostrando ser uno de los grandes del motociclismo, todo un campeón... hasta siete veces en el Mundial. Yen el Gran Premio de La Bañeza, carrera de la que fue todo un enamorado y que disputó hasta en cuatro ocasiones (en una quinta tuvo que ausentarse en el último momento por problemas personales). El el Gran Premio de velocidad lo recordarán por su maestría a los mandos de una BSA con la que en el año 2000 aterrizaba en el trazado leonés. Y lo hacía siendo además el primer piloto con una maleta repleta de títulos mundiales (Nieto, Aspar o herreros también corrieron en esta mítica prueba pero antes de que lucieran a nivel internacional).

Aquel 2000 Phil Read, que se había retirado a finales de los 70 de la década pasada, demostraba en su categoría, la de cuatro tiempos, que el que tiene retiene. Su talento lo llevó a ser el mejor en los entrenamientos cronometrados pero una avería en plena carrera cuando marchaba primero lo hizo abandonar. Dos años después volvía a un trazado que coreaba su nombre. Esta vez tenía que conformarse con acabar segundo tras Juan Martín.

Y a la tercera iba a llegar la vencida. Todo un campeón, un ‘Príncipe de la Velocidad’ no podía quedarse sin subir a lo más alto del cajón en un Gran Premio mítico. Ante miles de aficionados el británico nacido en Luton en 1939 se sacaba la espina dominando la carrera. Antes lo había hecho en los entrenamientos. Su triunfo era el de un enamorado del motociclismo, un piloto excepcional y un hombre peculiar y cercano que hasta tuvo que ser llamado por megafonía del Gran Premio para subirse al podio (le gustaban tanto las motos que después de la carrera se había ido a una cafetería a ver como lo estaban haciendo los pilotos del Mundial). Juan Martín y el leonés casanova lo escoltaban en el cuadro de honor. Una foto que ambos seguro que han guardado para el recuerdo y que tras la muerte de todo un referente del motociclismo seguro que han desempolvado.

Un año después Read regresaba a un carrera que ya se estaba convirtiendo en parte de su vida otra mítica como la Isla de Man en la que empezó a forjar su leyenda.

Con una Duke BSA el Príncipe se convertía en Rey. Lo hacía en un trazado urbano, como a él le gustaba y donde logró tantos triunfos que le abrieron las puertas de par en par a los circuitos. Y como no podía ser de otra manera también siendo el mejor. Esta vez sus escuderos fueron otros dos pilotos que también han sido historia y santo y seña del Gran Premio de velocidad de La Bañeza, Pepín San Millán y Juan Martín.

Y como el año precedente con Phil Read destilando sencillez y cercanía. La que sin duda alguna le granjeó esa aureola de piloto especial... por sus éxitos y personalidad cercana, como si fuera un aficionado más.

Al año siguiente no pudo acudir. Problemas personales se lo impidieron a última hora aunque hasta su muerte siempre que se le preguntaba donde se había sentido piloto y más cómodo siempre apuntaba dos circuitos, el de la Isla de Man y el de la Bañeza. Una ciudad que aún recuerda su presencia y a buen seguro seguirá haciéndolo por mucho tiempo.

El jueves, con 83 años, Phil Read dejaba los circuitos terrenales por los del cielo. Lo hacía al pie del cañón en su casa de Canterbury. Y debido a unos problemas respiratorios que ni su afición por fumar ni el covid le impidieron vivir su pasión por los motos. En estos últimos años como aficionado. Su última carrera como tal si se puede decir de un piloto que nunca se bajó de la moto aunque fuera para pasear, fue en el circuito de Assen en los Países Bajos donde acudió para presenciar y disfrutar de todo lo que conlleva el mundo de las dos ruedas. Esta vez en los boxes y en la grada.

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