Diario de León

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La fuerza telúrica que emana del paralelo 42 cose en una línea imaginaria emplazamientos elegidos desde tiempos inmemoriales por el hombre para el descanso, reponer fuerzas o conectar con la divinidad. Pasa por Roma, Armenia, el monte Ararat, el desierto del Gobi, y la zona donde los mongoles y los tibetanos sitúan el Agharta. En España señala una ristra de castillos, ermitas, conventos, cascos urbanos y municipios donde se siente ese cosquilleo agradable «que pone las pilas».

Un ‘enchufe’ al que se puede conectar uno en León en la casi olvidada Iglesia de San Juan de la localidad de Valderas. Una enigmática construcción que algunos aseguran que sirve de ‘puerta del cielo’, ya que sigue las directrices de monumento funerario y relicario tridimensional de iluminación que, en sí mismo estaba pensado para generar y canalizar la energía de la naturaleza.

La Catedral leonesa también aprovecha las corrientes electromagnéticas del subsuelo en el punto donde se levantó. Las vidrieras, el mejor conjunto medieval de Europa, han enfrentado a los expertos sobre si se realizaron siguiendo un plan global, ya que en ellos no sólo está representada la historia de la creación y los relatos del Antiguo Testamento —desde Adán y Eva al diluvio universal, Moisés o Sansón—, sino temas mundanos para escoger entre la virtud y el vicio, el saber o la ignorancia. La vidriera de Simón el Mago, la ‘competencia’ de Jesús, también abre otro misterio. El rastro telúrico que atraviesa la provincia señala, además, los emplazamientos templarios.

Haciendo un resumen frívolo y sencillo, estos caballeros montaron la primera empresa hotelera multinacional. Su negocio era redondo: protegían a los peregrinos desde Occidente hasta Tierra Santa y les daban cobijo (a cambio de dinero) en hospederías y monasterios repartidos por todo el mundo cristiano de entonces. La elección de los lugares no era casual, normalmente se enclavaban en espacios con energías positivas que ayudaban al descanso y a la recuperación de los sufridos cristianos.

De ese business turístico derivaban otras actividades militares en los alrededores de Jerusalén, conquistando y reconquistando la patria prometida hasta que la derrota en la última batalla en Arward supuso su fin.

En la Comunidad, León ofrece ejemplos destacados como el castillo templario de Ponferrada y edificaciones en Villafranca y Cornatel. Viajando un poco más lejos, Soria sorprende a quienes se dejen guiar por un péndulo y tengan buen pulso. El cañón del río Lobos ofrece un río tranquilo, pinos-rascacielos, formaciones kársticas caprichosas y nenúfares en las pequeñas pozas. La Cueva Grande ensancha el mito de este rincón como meca para ermitaños. Ingredientes que no pasaron desapercibidos para los templarios, ya que en su recodo más espectacular levantaron una ermita dedicada a San Bartolomé, un apóstol al que martirizaron despellejándole.

Se encuentra equidistante de los cabos de Creus y de Finisterre, los puntos tradicionalmente más orientales y occidentales de la Península. La ermita es tosca. Lo realmente distinto consiste en caminarla y sentir un cosquilleo en las plantas de los pies. Algo que apacigüa el péndulo. Los conocimientos de astronomía y de matemática aplicada también se encuentran en una losa con una cruz en relieve que se ilumina con los rayos del sol sólo en el solsticio de invierno.

En Soria se encuentra además el convento de la Purísima Concepción, fundado por María Coronel, una monja a la que se atribuyen éxtasis, levitaciones y bilocaciones (estar en dos sitios a la vez). Existen supuestas pruebas de que se desplazaba hasta el continente americano para evangelizar a los nativos sin salir del convento. Fruto de esos viajes por los aires, escribió un tratado sobre la redondez de la tierra, cuyo manuscrito puede ser consultado para pasmo de propios y extraños en la Biblioteca Nacional de Madrid. Otros puntos de interés son San Pedro Manrique, donde se celebra el ‘paso del fuego’ y Vinuesa, con su Pinochada, herencia viva de un rito de vegetación antiquísimo.

La estela mágica continúa en Salas de los Infantes (Burgos) y en la ermita de Quintanilla de las Viñas, con relieves que representan la vid y los pájaros-oca, emblemas de una marcada simbología esotérica o religiosa, además de en San Pedro de Arlanza y el monasterio de Santo Domingo de Silos. Todo un recorrido curioso y diferente sin salir de la Comunidad.

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