Diario de León

China abre las puertas a las empresas europeas pese al recelo de EE UU

El acuerdo prohíbe la transferencia forzosa de tecnología y quita barreras al mercado interior chino

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Han pasado siete largos años desde que la UA y China decidieron comenzar a trabajar en un acuerdo de inversiones que acaba de recibir luz verde. Si el Parlamento Europeo lo ratifica, las empresas europeas de sectores que antes veían cercenado su acceso al mercado chino —el sanitario, el de las finanzas o el de los equipos de telecomunicaciones— contarán con más facilidades para hacer negocios en la segunda potencia mundial. China también se compromete a proporcionar más información sobre las subvenciones que concede a sus empresas, sobre todo a las estatales.

«Es un acuerdo que refuerza la cooperación chino-europea y una gran noticia para la deprimida economía mundial», sentenció el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, en el balance de 2020 que hizo el domingo.

El objetivo es equilibrar un tablero de juego y una balanza comercial excesivamente escorados hacia Oriente.

«La Unión Europea está comprometida con un comercio abierto con China. No obstante, la UE quiere garantizar que China comercia de forma justa, que respeta los derechos de la propiedad intelectual y que cumple con sus obligaciones como miembro de la Organización Mundial del Comercio», explica la Comisión Europea en su página web.

«Unas reglas del juego justas, transparencia y confianza en el Estado de Derecho son esenciales para que ambas partes puedan hacer negocio con éxito», dijo el primer ministro chino, Li Keqiang, durante la visita que hizo en 2013 el entonces presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso. Y eso es lo que reclaman desde hace décadas las empresas extranjeras implantadas en el gigante asiático. Pero, ocho años después de aquel encuentro, el superávit comercial de China se ha disparado, lo que ha provocado una guerra comercial sin precedentes con Estados Unidos y las empresas europeas no solo critican que las buenas palabras no se hayan traducido en hechos, sino que denuncian el incremento de las barreras en muchos casos.

La Cámara de Comercio Europea en China aplaude el avance que supone este acuerdo preliminar, pero mantiene su recelo y vaticina «que habrá escollos adicionales» en su proceso de ratificación. El escollo está en las dificultades que tienen las compañías europeas para abrirse paso en un mercado muy saturado en el que sus homólogas chinas han jugado durante décadas con ventaja, mientras que han disfrutado de las mismas condiciones que el resto en su llegada al Viejo Continente.

La Cámara subraya que «un acuerdo fuerte sería una contundente muestra de que un compromiso constructivo puede dar buenos frutos», y valora de forma especialmente positiva que se prohíba la transferencia tecnológica forzosa que han sufrido muchas empresas europeas en China. También se eliminará la exigencia de aliarse con un socio chino en algunos sectores, así como los límites máximos de inversión en otros. Pero quedan flecos por atar en asuntos como el exceso de capacidad de China en la producción de acero o el acceso desigual a la licitación de obras y de proyectos públicos, de los que las empresas chinas se han beneficiado ampliamente en Europa.

El pacto también permite a China sacar pecho frente a EEUU. De hecho, ni siquiera el presidente electo, Joe Biden, ha ocultado el desagrado que le provoca la firma del texto.

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