Diario de León

Empezar a la fuerza casi a los 50

La pandemia y la discriminación por la edad empujan a los mayores al emprendimiento

Crece en España el número de emprendedores sénior. ALEJANDRO GARCÍA

Crece en España el número de emprendedores sénior. ALEJANDRO GARCÍA

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Con la pasión, la valentía y la capacidad de innovar que se atribuye a quienes se lanzan sin grandes ataduras al mundo profesional. Sin embargo, las estadísticas demuestran que los emprendedores de más de 44 años superan en número a los que tienen menos de 34. Sobre todo entre los emprendedores consolidados, esos que han logrado mantener con vida su proyecto durante al menos tres años; los de mayor edad barren a los jóvenes.

«Por regla general, los emprendedores sénior tienen un perfil más conservador, pero ponen en marcha sus proyectos con más experiencia y más capital. Quizá por eso, su tasa de supervivencia es la más elevada, del 70%», analiza María Saiz, presidenta del OVE, que señala también otra característica de los emprendedores de más edad: cuentan con un nivel tecnológico y de internacionalización más bajo. «Por primera vez, hay más mujeres que hombres —52%— entre los emprendedores consolidados, y vemos también que cada vez emprende gente con menos nivel educativo», añade Saiz.

Con sus pros y sus contras, hay una tendencia clara: su número está en auge. La crisis provocada por la pandemia y el ‘edadismo’ (discriminación por edad), que se extiende por el país como un tsunami de despidos de empleados sénior —que suponen ya más de la mitad de todos los parados de España—, hace que muchos se vean abocados a trabajar por cuenta propia.

«Esa es siempre una mala razón para emprender, porque la desesperación no es buena consejera. ‘Emprender por obligación, palmar sin remisión’, decimos», señala Antonio de la Calle, cofundador de la asociación +45 Activos. Él critica que se está obligando al emprendimiento a gente que no siempre está preparada para ello. «Es algo muy arriesgado. Gente del sector de la banca está invirtiendo sus indemnizaciones porque siente que tiene que hacer algo, pero el éxito es escaso porque el mercado está muy saturado», sentencia. El propio De la Calle perdió 200.000 euros con la empresa que montó.

David Sánchez invirtió 45.000 euros para poner en marcha una consultoría cuando lo despidieron con una indemnización de 90.000. «Sólo conseguí recuperar 12.000 euros antes de cerrar», recuerda. Ahora se ha establecido como autónomo y da clases. Ha pasado de ganar cerca de 100.000 euros anuales como responsable de Recursos Humanos de una gran empresa a verse obligado a regresar a casa de sus padres con más de 45 años. Incluso tiene problemas para pagar la pensión de sus dos hijas.

«A los sénior nos dicen que, si no tenemos trabajo, emprendamos. Que hay oportunidades. Es una gran mentira impuesta tras la crisis de 2008», denuncia Sánchez, que incide también en la saturación del mercado.

«No hay negocio para tanto autónomo. Nos canibalizamos bajando los precios, porque los clientes es lo único que miran. Así, es imposible facturar 2.000 euros al mes», señala.

El exdirectivo está convencido de que el emprendimiento sénior aboca a la precariedad: «Se habla mucho del 10% que tiene éxito y muy poco del 90% restante. Los que dicen que hay que emprender siempre tienen un trabajo fijo», bromea en serio. La organización +45 Activos lo resume en un lema: ‘El paro juvenil es un drama; el desempleo sénior es una condena’.

Saiz, sin embargo, señala que los datos no dibujan un escenario tan pesimista. Pero reconoce que existen dificultades. «Cuando se emprende a cierta edad, la consolidación del negocio llega ya cerca de la jubilación», indica. No obstante, asegura que también hay un componente vocacional en parte del emprendimiento sénior actual. Además, los sénior no solo juegan un papel clave como emprendedores, suponen también el 92% de los inversores informales.

De una opinión similar es Ana Fernández, presidenta del Observatorio del Emprendimiento de España: «Creo que el crecimiento del emprendimiento sénior es por necesidad, pero no por desesperación. Muchos, sobre todo los que salen de la banca, tienen talento, capital y ganas», analiza, sin esconder que la pesada mochila con la que dejan su empleo tiene pros y contras. «Les lleva a meditar más las cosas y les proporciona una base más sólida, pero perdura una sensación de desventaja frente a los jóvenes por la menor formación en emprendimiento y escasez de conocimiento en el sector digital. Muchas veces les falta asesoramiento», comenta Fernández, que hace hincapié en la necesidad de proporcionar más formación de gestión y tesorería.

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