Diario de León

Sánchez comprueba que los PGE están en el aire por la revuelta de sus socios

El cruce de vetos y el alejamiento de los socios dificulta la aprobación de las cuentas del próximo año

El portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Edmundo Bal. KIKO HUESCA

El portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Edmundo Bal. KIKO HUESCA

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En la Moncloa y en Hacienda reina la tranquilidad. Hay una inexplicable confianza en que los Presupuestos del Estado se aprobarán cuando la realidad es que, a falta de dos meses para que el proyecto llegue al Congreso, el Gobierno no tiene socios ni apoyos externos suficientes para aprobarlos. Los socialistas dicen que sería «inexplicable» que no salieran adelante tras el acuerdo europeo, pero explicable o no, el horizonte está lleno de nubarrones.

Tanto el presidente del Gobierno como el vicepresidente segundo sostuvieron en recientes entrevistas con este periódico que los Presupuestos se van a aprobar sí o sí. El panorama político, sin embargo, no abona esa certidumbre de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Ambos comprobaron esta semana en las votaciones de los dictámenes de la Comisión de Reconstrucción que las fidelidades están caras. Lo que el Ejecutivo pactaba con la derecha lo perdía con la mayoría de la investidura. Tuvo el apoyo de PP y Ciudadanos en los documentos de Sanidad y Unión Europea, y el rechazo de Esquerra y PNV. Los nacionalistas y los independentistas, además, no mostraron ningún reparo en votar con los populares.

Sánchez busca un apoyo transversal a los Presupuestos pero tropieza con los vetos cruzados y las incompatibilidades ideológicas. Para empezar las de sus socios. Iglesias dice que no estará en ningún acuerdo con populares y liberales, pero el Ejecutivo dice que habla así como líder de Unidas Podemos y que al final será solidario. Incluso desde dentro de la casa morada, el ministro y líder de IU, Alberto Garzón, afirma que no es hora de purismos de salón. Ya se verá pero no es el mejor comienzo.

Refuerzo de Cs

El presidente del Gobierno se ha encontrado con el inesperado refuerzo de Ciudadanos, que no para de ofrecerse para respaldar las cuentas aunque envuelva su predisposición con un velo de condicionantes para que sean «sensatas y moderadas». Tan evidente es su voluntad que el PP afeó a los liberales su espíritu colaborativo sin que se conozca el proyecto. Edmundo Bal no pone reparos a que PNV y Esquerra entren en la negociación, pero siempre que no obtengan concesiones que diferencien a vascos y catalanes del resto de los españoles. Los naranjas quieren sacar brillo a sus diez diputados y qué mejor manera que hacerse imprescindibles.

Esquerra Republicana no tiene la cabeza en los números, la tiene en las elecciones catalanas aunque no estén convocadas. Su respuesta a los guiños del Ejecutivo va a depender de los movimientos en el tablero doméstico. Entretanto, anclan su indefinición a que el Gobierno no quiere volver a sentarse a la mesa de diálogo con la Generalitat.

Escora a la derecha

La Moncloa achaca a incidentes de recorrido el puñetazo en la mesa que ha dado el PNV. Sánchez considera que es el aliado más fiable a pesar de que hayan surgido roces porque no se reúne la comisión del Concierto Económico para acordar la capacidad de endeudamiento del Ejecutivo vasco ante la caída de su recaudación fiscal. Posibles aliados de menor peso, como EH Bildu, Compromís, BNG o Más País, también han elevado sus quejas porque aprecian una escora a la derecha de Sánchez, evidente, a su entender, en las votaciones de la reconstrucción.

El Gobierno, entretanto, afirma que queda agosto y septiembre para negociar. «El esqueleto está muy avanzado», dice la ministra de Hacienda. Ahora se trata de dotarle de músculo con los recursos europeos, aunque su desembolso no está previsto hasta la segunda mitad de 2021. Poco se sabe de las tripas de las cuentas, pero a la vista de la crisis, reflejarán poco los acuerdos de la investidura, una dificultad añadida para forjar una mayoría Pero Sánchez confía en que el acuerdo en el Consejo Europeo para dotar al fondo de reconstrucción con 750.000 millones de euros sea un espejo en el que todas las fuerzas políticas podrán mirarse. ¿Todas? No. La Moncloa apenas alberga esperanzas de que el PP se sume a la empresa presupuestaria. Pablo Casado cree, al margen de sus serias reticencias sobre la estructura fiscal y de gasto, que dejaría a Vox todo el campo de la derecha si auxilia a Sánchez. La norma no escrita, además, es que el partido de la oposición nunca apoya las cuentas del Gobierno.

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