Diario de León

Sólo diez grupos ya para elegir banco y cada vez más digitales

La crisis generada por el coronavirus va a cambiar por completo el sector financiero en España

Fachada de la sede corporativa del BBVA, en el distrito de Las Tablas en Madrid. MARISCAL

Fachada de la sede corporativa del BBVA, en el distrito de Las Tablas en Madrid. MARISCAL

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A las puertas de las vacaciones veraniegas de agosto ningún banco quería aparecer como el primero que se mostraba públicamente dispuesto a fusionarse con otra entidad. Pero la dura realidad económica que está revelando el otoño ha dejado un reguero de anuncios que van a cambiar por completo el sector financiero en España.

Si la desaparición de entidades ya fue contundente en la crisis económica de hace una década, la concentración en apenas tres grandes grupos bancarios, más algunas entidades de mediano tamaño, conformarán el nuevo mapa.

El anuncio de la negociación entre BBVA y Sabadell, para que el primero absorba al segundo, se une al de la integración de CaixaBank y Bankia, publicitado a la vuelta de las vacaciones, y al del nuevo intento entre Unicaja y Liberbank para unirse. Santander se mantiene al margen —ya adquirió al Popular en 2017 y aún lo está digiriendo—. Y el resto de grupos (Kutxabank, Ibercaja o Bankinter) se encuentran ajenos a estos movimientos. Insisten en que pueden aguantar su camino en solitario —salvo Abanca, que ya intentó comprar Liberbank sin conseguirlo—, pero fuentes financieras ya no ponen la mano en el fuego por esa opción de autonomía bancaria.

Todos son susceptibles de protagonizar una integración. Más aún cuando la velocidad de crucero que ha tomado el sector no tiene parangón y detrás de estas fusiones se encuentran las recomendaciones —y la sombra— de los supervisores. Por ahora, los millones de clientes de esas entidades embarcadas en negociaciones siguen expectantes. Una nueva integración implica cambios en los productos. Otra forma de relacionarse en la oficina. La vuelta de tuerca al uso de internet. Menos sucursales. Y más ajustes laborales.

¿Puede un mercado así tener competencia? Un informe de Analistas Financieros Internacionales (AFI) estima que las tres principales entidades (CaixaBank/Bankia, BBVA/Sabadell y Santander) incrementarían su cuota de mercado en 20 puntos porcentuales, hasta el 70,6%. Si se suman las posiciones de Unicaja/Liberbank y Bankiner, superarían el 80%. Santiago Simón del Burgo, profesor del departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esado, apunta que «la competencia no va a desaparecer». Explica «la competencia no es española, sino europea». «Aquí puede operar un banco alemán sin problema», afirma. Además, es un sector en el que siguen activas entidades (muchas antiguas cajas de ahorro) ligadas a territorios o a sectores, lo que diversifica la oferta.

MUCHO INTERÉS EN PRESTAR

Mantiene esa misma posición Juan Abellán, codirector del Máster de Finanzas y Banca Digital del IEB: «No creo que ya haya gente que no revise en internet una mejor oferta que la que le ha hecho su banco en la oficina», explica. Para este experto «la competencia es feroz». E indica que «aunque solo quedaran dos bancos en España, estarían a muerte por captar clientes», apunta. Recuerda que cuando el Supremo obligó a la banca asumir los gastos hipotecarios la sociedad creía que provocaría un incremento de los precios y ha sucedido «lo contrario», indica: créditos más baratos.

Para entender cómo un mercado con menos bancos puede ser más competitivo hay que mirar a las nuevas entidades. Muchas compañías ‘fintech’ (Google, Amazon y otras plataformas como Revolut, que ha pedido ficha bancaria en España) están adentrándose en las finanzas, las sociedades financieras de los propios comercios (supermercados, automovilísticas) tienen sus créditos, y ya hay empresas que han creado sus propios bancos, como Orange, y Renault esta misma semana.

«Hoy lo que predomina es la banca electrónica», sostiene Santiago Simón del Burgo. «Antes había tantas sucursales como bares, porque era la única forma de llegar al cliente —incide—, pero hoy ya no es así».

Lo que sí cambiará será el mapa de sucursales. Desde la anterior crisis han desaparecido un 50% de toda la red bancaria. No ha habido un sólo año en el que las entidades no hayan clausurado. Y ahora volverán a hacerlo, incluso con más énfasis. Porque buena parte del secreto del ‘éxito’ de las fusiones anunciadas reside en ajustar sus redes y los costes que implican.

Por ejemplo, BBVA y Sabadell tendrían que cerrar una de cada cuatro oficinas. Bancos como Santander, sin fusión a la vista, prevé clausurar un tercio de sus 3.100 oficinas.

UNIRSE PARA SOBREVIVIR

Lo que la banca busca con estas operaciones es afrontar un futuro que no pinta nada halagüeño. El Banco Central Europeo y el Banco de España venían aconsejando las integraciones, más aún con la crisis del coronavirus encima de la mesa. La pandemia ha acelerado todo el proceso y ha superado las resistencias que algunas entidades tenían hasta ahora para llevar a cabo integraciones.

«Necesitan hacerlas para prepararse ante las curvas que vienen en el primer y segundo trimestre del próximo año», recuerda Germán López Espinosa, profesor de IESE. Apunta que los bancos tienen una cotización bursátil «muy baja» lo que genera un fondo de comercio (la valoración de sus intangibles, de la marca en sí misma) negativo. Y que las fusiones compensarán en parte el incremento de las provisiones «que tendrán que hacer en los próximos años» ante el incremento de la morosidad.

Ante la generación de entidades cada vez de mayor tamaño, el profesor López Espinosa considera que será «muy importante supervisarlas de manera continua y de forma muy precisa».

El impacto de una crisis y caída de alguna de ellas en el futuro retumbaría mucho más sobre el conjunto de la economía que si se trata de una entidad pequeña.

El proceso parece no tener fin. A la espera de la resolución de las negociaciones en marcha, fuentes del sector ya no descartan ninguna carambola entre los ejecutivos que ya mantienen conversaciones o que se incorporen otras opciones. Santiago Simón del Burgo recuerda que «al final el pez grande se come al pequeño, aunque no quiera, como le acabó pasando al Popular». Es un verdadero aviso a navegantes.

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