Aragonès rechaza el referéndum unilateral que exige la CUP para avalar sus cuentas

Pere Aragonès no lleva ni medio año al frente del Gobierno catalán y cada vez está en una situación más frágil. Sus dos socios, Junts y la CUP, escenificaron hoy en la segunda jornada del debate de política general que están muy lejos de las posiciones que defiende el presidente de la Generalitat y en consecuencia la estabilidad se la va a tener que pelear minuto a minuto. Especialmente con los anticapitalistas, que apoyaron la investidura de Aragonès y ahora negocian las cuentas de la Generalitat.

Sin embargo, la CUP puso ayer muy caros sus votos al exigir al jefe del Ejecutivo autonómico que ponga ya fecha a un nuevo referéndum, unilateral e ilegal como el del 1-O de 2017, que debería celebrarse antes del final de la legislatura en 2025.

El president catalán ya recibió un toque del Gobierno central cuando dejó caer (aunque después rectificó) que su intención era organizar una consulta sobre la independencia antes de 2030. Aragonès no es partidario de fijar calendarios que, a su juicio, encorsetan la acción política. Su respuesta a la exigencia de la formación asamblearia fue que el acuerdo de investidura suscrito entre ERC y la CUP no incluye una fecha para el referéndum, sino que habla de «generar las condiciones» para que se pueda «plantear» durante esta legislatura un «nuevo embate democrático, priorizando la vía del referéndum». Este punto dijo que lo cumplirá, pero no pondrá fecha a un nuevo 1-O.

Está por ver si la CUP consuma su amenaza de hacer caer el Govern si no fija el calendario para una consulta. Pero en cualquier caso, obliga a Aragonès a radicalizar sus posiciones si quiere contar con el imprescindible apoyo de los anticapitalistas.

El Govern está en situación de máxima debilidad. Lo estaba ya antes de la detención de Carles Puigdemont, la semana pasada, y lo está en plena negociación presupuestaria.