Diario de León

Arrimadas y Bal se enfrentarán por el control de Cs, que sigue en caída libre

La actual líder de los naranjas advierte a su compañero que irán a la guerra si no hay candidatura de consenso

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La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ha advertido a su portavoz, Edmundo Bal, que si no retira su candidatura a liderar el partido, ella encabezará una lista alternativa para seguir dirigiendo la formación naranja, aunque lo que quiere es una propuesta de unidad, contando con Bal.

«Sólo en el caso de que Bal, mi amigo, mi compañero, mi mano derecha, no retire su candidatura, presentaré mi lista a la Asamblea y lo hago para evitar que vayamos absurdamente a una batalla campal», ha afirmado en una rueda de prensa en la sede naranja, molesta con el paso que ha dado Bal, que ha generado entre los militantes «incertidumbre y sorpresa».

Inés Arrimadas y Edmundo Bal se han lanzado las cartas sobre la mesa para alzarse con el liderazgo de Ciudadanos. Lo hacen dentro de un partido en disimulada descomposición. El mismo que allá por abril de 2019 se proclamó única alternativa a la izquierda «sanchista» después de alcanzar 57 escaños del Congreso en la primera de las dos elecciones generales que se celebraron aquel año. Hubo repetición de los comicios que dio pie a una crisis interna y que a día de hoy atisba una desaparición de la formación liberal.

Sería la defunción de una opción política que podría haber gobernado con mayoría absoluta junto al PSOE y en la que sus dirigentes llegaron a ejercer labores en ejecutivos de coalición con el PP en Castilla y León, la Región de Murcia, la Comunidad de Madrid o Andalucía. Arrimadas heredó de Albert Rivera un partido en situación crítica. El votante de centro derecha al que se había reclutado desde dejó de fiarse en Ciudadanos para redirigir la mirada hacia el Parido Popular, a modo de una copia original ideológica por la que había optado en el pasado. En los meses siguientes se acumularon las fugas de los cargos institucionales liberales hacia el PP, una estrategia que Teodoro García Egea, impulsó con descaro a través del fichaje del antiguo secretario de Organización de Ciudadanos, Fran Hervías, defenestrado a su vez de un despacho en Génova 13 apenas días después de la aclamación de Alberto Núñez Feijóo como sustituto de Pablo Casado al frente del PP.

Contra Igea

El ascenso de Arrimadas Arrimadas se coronó líder del partido en unas primarias en las que superó de largo al barón regional Francisco Igea, al que se encuadra en posiciones más progresistas y quien mostró su disposición en el pasado a dialogar con el PSOE. Ahora, Igea se presenta como uno de los principales aliados de Edmundo Bal, quien hasta hace unas semanas era el fiel número dos de Arrimadas. La crisis entre las dos principales figuras de Ciudadanos se barruntaba desde hace días, incluso semanas. Según fuentes internas del partido, la chispa que encendió la mecha de la pólvora saltó después de las duras críticas de la presidenta del partido ante los errores de la ley sobre el ‘solo sí es sí’. La norma recibió en su momento el voto a favor de los liberales con el beneplácito de su gurú en el ámbito del derecho, su ahora rival Edmundo Bal y abogado del Estado de carrera. Tras conocerse las primeras reducciones de condenas a violadores y abusadores, Arrimadas compareció para disculparse públicamente por el apoyo de sus nueve diputados a la ley impulsada por el Ministerio de Igualdad, que dirige Irene Montero.

La rebelión del número dos

Arrimadas se hizo cargo de Ciudadanos tras la renuncia de Albert Ribera a consecuencia de la catástrofe electoral de la primavera de 2019. Era la heredera natural. Aunque nacida en la andaluza Jerez de la Frontera, la líder de Ciudadanos se crió en la Barcelona y el extrarradio que acogió a millones de inmigrantes de la España más empobrecida. En las elecciones autonómicas de 2017 condujo a Ciudadanos a erigirse en primera fuerza política en Cataluña bajo el eslogan del Constitucionalismo. En suma de votos ganó el independentismo de Junts y Esquerra, pero no pudo gobernar por la falta de apoyos y escaños en el Parlament.

Rivera vio en el triunfo de Arrimadas un espejo en el que mirarse y la llamó a Madrid para ejercer de portavoz en el Congreso. Ambos se esforzaron en aparentar una sintonía que se escenificó en el traslado de poderes al frente del partido.

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