Diario de León

La Audiencia revoca la decisión de Defensa de considerar apto a un cabo al que le cayó un rayo

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mateo balín | madrid

El cabo Javier G. formó parte de el 16 de junio de 2016 del ejercicio Alfa Infantería Ligera, unas maniobras de fuego real en campo abierto. El soldado del Ejército de Tierra estaba encuadrado en el equipo de tiradores de precisión de la Plana Mayor de la compañía. Una actividad que requiere virtudes específicas para formar parte de esta reducida élite: decisión, orientación, alto nivel de concentración y capacidades psicofísicas.

El militar profesional, de 36 años, tenía un presente muy halagüeño. Pero el dichoso destino le tenía preparado un brusco giro a su vida. Ese mismo día estaba en un puesto de observación, preparado para la acción. El cielo empezó a oscurcerse, a rugir, cuando un rayo impactó en las inmediaciones. Solo existe una posibilidad entre tres millones de que te ocurra algo semejante, y a Javier le tocó. Para él se hizo de noche para siempre: sufrió quemaduras de primer grado que le dejaron incapacitado.

Con esta debacle personal afrontó la siguiente fase vital, la dura recuperación, saber que su profesión se acabó. Y una nueva batalla, esta vez burocrática, asomaba con el Ministerio de Defensa para construir su nuevo presente. El Juzgado Central de lo Contencioso número 11 ha resuelto que las dolencias de Javier son «irreversibles», que no hay margen de mejora.

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