Diario de León

El BCE eleva la alerta y apunta a un escenario «apocalíptico»

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Más presión para el Banco Central Europeo (BCE) ante el nuevo ciclo de subidas de los tipos de interés que se avecina. La inflación de los 19 países de la moneda única rompió en junio un nuevo máximo al escalar hasta el 8,6% desde el 8,1% de mayo. El dato adelantado por la oficina estadística comunitaria Eurostat, que se confirmará en las próximas semanas, implica el mayor encarecimiento de los precios de toda la serie histórica.

Y multiplica por cuatro el objetivo de estabilidad del 2% del organismo monetario. Ya la pasada semana, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, alertó de que si este entorno se mantiene, la recesión podría llegar ya en 2023.

La inquietud en el seno de la institución es máxima y ayer volvió a quedar patente después de que su director general de Economía, Óscar Arce, insistiese en que si Rusia corta el grifo del gas a Europa en otoño, se desataría un escenario «apocalíptico, diría yo, pero que no es, lamentablemente, despreciable». «Es posible que en ese contexto el precio del petróleo llegase a 170 o 180 dólares el barril. El del gas podría fácilmente triplicarse», auguró durante una intervención en los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

Y lo que es más preocupante: asegura que esta situación «empujaría a una recesión a la zona euro». Es cierto que este es el escenario más extremo que maneja el BCE. En el central, mantiene una previsión de crecimiento del 2,8% en 2022. Pero la incertidumbre por la evolución de la guerra y, sobre todo, por la respuesta rusa a las sanciones, seguirá pesando en las decisiones de política monetaria en los próximos meses. Y es que el encarecimiento de la energía es lo que más pesa en el repunte inflacionista de los últimos tiempos. Según los datos publicados ayer por Eurostat, la subida de los precios energéticos fue del 41,9% en julio, acelerándose desde el 39,1% de mayo. Pero no solo se trata de eso. En Frankfurt preocupa, y mucho, la traslación de esa escalada a otros componentes del IPC como los alimentos.

En concreto, el incremento del precio de los alimentos frescos en junio fue del 11,1% en términos interanuales, cuando en mayo ya había sido del 9%.

«El BCE se enfrenta a un grave dilema político», explica Silvia Dall’Angelo, economista senior de la gestora Federated Hermes. Por un lado, considera que «una inflación elevada durante un periodo prolongado corre el riesgo de afianzarse a través de las expectativas y los procesos de fijación de salarios». Por otro, coincide en que la reciente disminución del suministro de gas por parte de Rusia «plantea la perspectiva de un racionamiento energético en otoño, lo que probablemente llevaría a una recesión».

En este escenario, cada vez son más las voces que apuntan a que, tras la subida de 25 puntos básicos de los tipos de interés en julio, el BCE se verá obligado a acelerar el ritmo en septiembre con un alza de al menos 50 puntos básicos para frenar esta espiral que ya sitúa a España en el grupo de cabeza de países con mayor inflación, con un dato del 10% en junio, frente al 8,5% de mayo en términos armonizados (el cálculo que se utiliza para equiparar los distintos componentes del IPC de cada país).

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