Diario de León

Casado pone paz en el PP vasco con una defensa explícita de la foralidad

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nuria vega | madrid

Se esperaba un gesto de apoyo explícito al proyecto de Alfonso Alonso tras los reproches de la portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, por el «perfil propio» que quieren los populares en Euskadi. Y respaldo hubo. «Yo soy también del PP vasco», llegó a proclamar ayer Pablo Casado ante una organización profundamente molesta que se dio por satisfecha. La crisis quedó zanjada. Pero la intervención del presidente fue más bien un ejercicio de conciliación de diferencias.

Casado llegó a Vitoria dispuesto a avalar la defensa de la foralidad vasca, amparada por la Constitución en su disposición primera, que es lo que estaba en cuestión en las últimas horas. «Esto es un debate -cerró la discusión- muy superado». Pero, mientras los populares de Alonso buscan su «acento» para reconectar con el electorado en 2020, también dejó claro que el PP no es un partido «federal». La música, dijo, «suena igual» en todos los territorios y «cuando a un solista se le escapa una nota, siempre hay un piano para intentar taparlo».

Desde luego, la gestualidad en la clausura de la convención de los populares vascos estuvo encaminada a pasar página, pero también quedaron al descubierto las tensiones que se han vivido en el PP. De hecho, Casado dio a entender que la controversia interna de estos días, la que ha molestado en Euskadi, no ha sido la única bajo su liderazgo y que él, en todo caso, no recibe «la discrepancia como disidencia».

«No veo ningún problema en que hace unos meses se hablara de si estaba bien hecho o mal hecho algún mitin en la última campaña -pareció referirse a las diferencias con algunos barones como Alonso o Alberto Núñez Feijóo sobre si el partido perdió o no la centralidad y la moderación en las elecciones generales- y tampoco veo que sea nada preocupante que alguien hable más de la foralidad o más de la Constitución, que alguien sea más centralista o le guste más que se fomente el Concierto Económico y otros tengan más dificultades para explicarlo en Badajoz».

Precisamente, la tendencia a una visión centralista de lo que es el país y el PP es uno de los problemas principales que algunos cargos territoriales del partido han detectado en los últimos tiempos. Fuentes populares recordaban hace unas semanas la necesidad de que la formación adopte rasgos regionalistas, especialmente allí donde existe el nacionalismo. Y que eso se entienda desde la cúpula de Casado.

La reflexión surgió entonces tras el registro del nombre España Suma y sus derivadas autonómicas en la Oficina Española de Patentes y Marcas. Una posible plataforma para una coalición en la derecha que el presidente del PP volvió a defender ayer en el País Vasco, donde ya han expresado sus reticencias a que la oferta se extienda a Vox. En su caso, han condicionado, además, una alianza con los liberales al reconocimiento de la foralidad.

«Si hubiéramos tenido un acuerdo con Ciudadanos en las elecciones generales, tendríamos el escaño también en Vizcaya. Por eso, donde verdaderamente es útil la suma es donde Vox y Ciudadanos no obtuvieron representación», argumentó Casado, para quien la idea de aunar fuerzas, dijo, no es una mera estrategia electoral.

En el PP vasco no estaban, sin embargo, ayer por la labor de incidir en posibles desencuentros. La convención que habían diseñado para redefinirse con las elecciones autonómicas en el horizonte, acabó convertida en una reivindicación de sus señas de identidad y la historia de los populares de Euskadi tras las palabras de Álvarez de Toledo.

El presidente del PP vasco incidió en la necesaria, a su juicio, «unidad» interna como fortaleza del partido sin «tiempo» para detenerse en «tonterías».

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