Diario de León

«Corinna sabía mucho de inversiones y Juan Carlos I tenía avidez de dinero»

El hispanista Paul Preston ahonda en la biografía del rey emérito en su inocencia en el 23-F

Paul Preston. JUAN MARTIN

Paul Preston. JUAN MARTIN

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La primera vez que Paul Preston fue invitado a la Zarzuela para hablar con el rey Juan Carlos, dijo que no. El entonces jefe de la Casa Real, Fernando Almansa, se le acercó en un viaje a Londres del entonces príncipe Felipe y le dijo que se habían enterado de que estaba escribiendo una biografía del Rey. Le ofreció una audiencia. Pero en la conversación añadió que les gustaría leer el texto antes de su publicación. La segunda vez que le invitaron a verse con Juan Carlos también dijo que no.

Era la presentación de la biografía, en el Hotel Palace de Madrid, hace veinte años. Se le acercó Juan González Cebrián, un diplomático que se había hecho cargo de la relación de la Casa Real con los medios. Le dijo que ‘el jefe’ quería invitarle a comer al día siguiente. El hispanista le respondió que no podía. Le tomaron por loco. Tenía que ir a Barcelona, donde la editorial había montado otra fastuosa presentación del libro. Cuando regresó a Londres, el profesor de la London School of Economics recibió la llamada de un diplomático con quien tenía amistad. Alberto Aza, personaje de la Transición y exembajador en el Reino Unido, había sustituido a Almansa en la Casa Real.

Aza organizó un encuentro de hora y media entre biógrafo y monarca y un almuerzo posterior al que se sumaron la reina Sofía y el príncipe Felipe. La sobremesa fue muy larga. Preston descubrió que, en contra de la extendida idea de que el monarca hablaba de Franco siempre con respeto, Juan Carlos era un excelente imitador cómico del dictador.

«Aquellas horas fueron un seminario sobre el 23-F», recuerda el hispanista. «Es una de las razones por las que sigo absolutamente convencido de que es una chuminada la idea de la ultraderecha de que Juan Carlos tuvo responsabilidad en el ‘tejerazo’. No tenía ningún interés, le perjudicaba. Era una humillación internacional para el país y Juan Carlos es un patriota, como todos los reyes».

«Si hubiese querido un gobierno regido por el general Armada, era facilísimo. He entrevistado a Fraga, a Carrillo. a Felipe González,... Todos me dijeron que estaban dispuestos a participar en un gobierno de coalición con un general, fuese Armada u otro». Republicano, el sir británico, condecorado también con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, ya tenía una opinión «súper favorable» del papel de Juan Carlos en la Transición desde su investigación para ‘El triunfo de la democracia en España».

Veinte años después, la editorial Debate publica una nueva versión de ‘Juan Carlos, rey de un pueblo’. Preston pasó tres meses leyendo y releyendo todos los libros que pudo acaparar, de los participantes civiles y militares, sobre el fallido golpe de Estado. En el estilo del historiador de Liverpool, el capítulo ‘Luchando por la democracia, 1980-81’ es un despliege rápido y austero de los personajes, de sus voces y del contexto de aquel episodio.

La edición actualizada de la biografía del rey ahora emérito sorprende por la aplicación de su misma técnica y esfuerzo de indagación para ofrecer el mosaico quizás más completo que el público haya leído sobre la decadencia de Juan Carlos, de rey popular a octogenario semiexiliado que persigue en los tribunales a su examante Corinna para que le devuelva los millones que le dio.

La caza y las escopetas

«Creo que cuando se conocieron en febrero de 2004 en La Garganta, un coto de caza propiedad del duque de Westminster en Fuencaliente (Ciudad Real), una de las mayores fincas de España, él quedó totalmente obnubilado», afirma Preston. «No es de extrañar porque ella era una rubia guapísima que no aparentaba sus cuarenta años y él tenía treinta y dos años más que ella. Además, podía conversar con ella sobre su gran interés, la caza y las escopetas».

«Cuando se profundizó la relación, también veía que ella tenía grandes conocimientos sobre las inversiones financieras y esto fue otro atractivo para él, dada su avidez de dinero. Fue un amor ciego, lo que en inglés se llama una ‘infatuation’, aunque nunca fue fiel a ella. A cambio, ¿qué ofrecía él? Pues era atractivo, seductor, y un rey. Y le insinuaba frecuentemente que la haría reina de España».

«Creo que los 65 millones de euros no eran lavado de capitales, sino el dinero que, cuando se dio cuenta de que no iba a cumplir sus promesas, podría darle un buen nivel de vida, una vez que hubiese abdicado. Como ella ha dicho en entrevistas y podcast, cuando abdicó ella tenía 50 años y él más de 80. Conocía sus infidelidades y, a nivel romántico, la relación ya tenía poco futuro».

Preston ahonda en su biografía en una especulación psicológica de la evolución del rey popular de la transición a la deriva que le desacredita cuando tiene que cumplir el papel funcional de monarca. «Supongo que pasa lo mismo en la realeza británica, que los niños no tienen una niñez cariñosa. La de Juan Carlos fue bastante horrible» afirma. «Y luego su padre lo vende como esclavo a Franco».

«Ser criado por Franco no es una ganga. Desde que asciende al trono hasta después del ‘tejerazo’ vive en peligro, porque hay militares que quieren asesinarlo. Por eso, para mí es convincente creer que, cuando a partir de la llegada al poder del PSOE, es factible que sea simplemente el jefe de Estado neutral y todo eso, busca consuelo por sus sufrimientos pasados».

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