Diario de León

El «depredador sexual» de Marta Calvo deja aún más víctimas

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EFE

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La fiscal del juicio con jurado a Jorge Ignacio Palma por la desaparición de Marta Calvo y la muerte de Arliene Ramos y Lady Marcela Vargas dijo ayer del acusado que es un «depredador sexual», en torno al cual hay «un relato de perversión y sadismo», y está convencida de que hay más víctimas.

La fiscal pide para Palma penas que suman 120 años de prisión por abuso sexual como medio necesario para un delito de homicidio cometido contra las tres mujeres, abuso sexual contra otras siete mujeres y un delito contra la salud pública por facilitar o favorecer el consumo de drogas.

En su informe ante el jurado afirmó que el acusado utilizó el mismo «modus operandi» con las víctimas que sobrevivieron y con las que murieron: se aproximaba a ellas con la condición de la «fiesta blanca» (relaciones sexuales y consumo de cocaína) e introducía la droga en los genitales de las mujeres, en unas circunstancias «perfectas» para él, pues «había prostitutas y cocaína, no había testigos y podía hacerlo pasar por accidentes».

COCA EN LA VAGINA Y EL ANO

Sobre la introducción de rocas de cocaína en la vagina y el ano de las víctimas, el Ministerio Fiscal dijo que, aunque no le gusta utilizar expresiones del ámbito político, el «no es no» es válido en este caso, porque lo que hacía no era una «fiesta blanca» sino un juego sexual que «le debía llenar» pero que causó «perjuicio, y mucho», a muchas de las mujeres.

Y advirtió al jurado de que debe realizar una valoración correcta respecto a las pruebas practicadas teniendo en cuenta la presunción de inocencia del acusado y su derecho a mentir, la declaración de los peritos y su obligación de decir la verdad, y de las víctimas, que son testigos y también víctimas, que son prostitutas y por eso especialmente vulnerables y con una necesaria protección mayor por parte de la administración de justicia.

La fiscal descartó que Palma descuartizara el cuerpo de Marta Calvo, como él confesó tanto cuando se entregó a la Guardia Civil como en el juicio, al no haberse encontrado ningún vestigio en la inspección del baño y de la casa ni tampoco en las plantas de residuos donde llega el contenido de los contenedores (de Alzira y Silla), lugares a los confesó haber tirado el cadáver desmembrado en bolsas.

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