Diario de León

El presidente de la Xunta diseña en el PP una estrategia de oposición en las antípodas de Casado

El próximo líder quiere para el partido una estructura de funcionamiento más autonómica

Feijoo y Ayuso en el 43 aniversario de la Constitución. CHEMA MOYA

Feijoo y Ayuso en el 43 aniversario de la Constitución. CHEMA MOYA

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El Gobierno reconoce que se ha abierto «un nuevo escenario» con la llegada de Alberto Núñez Feijóo al timón del PP. El presidente de la Xunta de Galicia se convertirá en líder de la oposición tras el congreso de su partido del 1 y 2 de abril, pero ya ha esbozado algunas líneas de lo que se trae entre manos, y por lo que ha dejado entrever su estrategia está en las antípodas de los planteamientos de Pablo Casado.

Su «no vengo a insultar a Pedro Sánchez, vengo a ganar a Pedro Sánchez» fue toda una declaración de principios. El epitafio a la época del «ilegítimo, incapaz, felón y okupa». No es su estilo, afirma un dirigente del PP que se precia de conocer «algo» de la hermética personalidad del presidente gallego. «Es más Rajoy que Casado», añade, sin que de la analogía se pueda concluir que de trate de un ‘Mariano bis’.

Feijóo se precia de tener una marcada impronta institucional con «sentido de Estado», un rasgo que ha disparado las especulaciones sobre las posibilidades de romper el largo bloqueo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Pero aunque sea probable, está por ver porque en los últimos 13 años ha desarrollado toda su carrera política desde el poder de la Xunta de Galicia, una atalaya desde la que la defensa institucional es consustancial al cargo.

En la oposición la óptica «suele ser otra», apuntan tanto dirigentes del PP como del PSOE. «Sánchez —recuerda un diputado socialista— se ha revestido en el Gobierno de los oropeles del estadista, pero en 2015 (en la oposición) estuvo a punto de provocar un cataclismo institucional con el ‘no es no’ a la investidura de Rajoy».

Vox será otra piedra de toque. Es fácil desdeñar a la extrema derecha desde Galicia, donde no tiene ni un concejal. Pero así como Madrid no es España, por mucho que Isabel Díaz Ayuso diga lo contrario, Galicia tampoco lo es. La realidad política es diferente, y el partido de Santiago Abascal es un actor político de influencia creciente.

EL TEST DE CASTILLA Y LEÓN

El primer test es Castilla y León. Feijóo se ha lavado las manos y, siempre pragmático, ha dejado la decisión al criterio de Alfonso Fernández Mañueco, no sin antes apuntar que preferiría ver a «la extrema derecha» fuera del Gobierno autonómico. Una claridad conceptual que nunca tuvo Casado, que recurrió a todo tipo de circunloquios para referirse a Vox (llegó a referirse a la «derecha más nueva»).

El próximo presidente del PP ha dejado, de todas maneras algunas cosas claras sobre lo que piensa hacer al frente de la oposición. Suscribe en línea con su antecesor que el de Sánchez es «el peor Gobierno de la democracia», pero no comparte el «no a todo» lo que se cocine en la Moncloa. Lo demostró durante la gestión de la pandemia, en la que ha sido crítico en un tono respetuoso con el Ejecutivo pero ha compartido algunas de sus medidas.

Además de su reconocido talante moderado y alejado de las estridencias, la delicada coyuntura internacional juega a favor de la sepultura del ‘guerracivilismo’ que impregna la dialéctica Gobierno oposición en los últimos años.

La guerra de Ucrania y los, en palabras de Sánchez, «sacrificios» que habrá que hacer ante el inevitable frenazo económico que se avecina no se compadecería en la estructura mental de Feijóo con un enfrentamiento a cara de perro entre los dos grandes partidos. El debate en el Congreso del pasado miércoles dio una pista de por dónde pueden ir las cosas.

Pero el todavía presidente de la Xunta no solo diseña un volantazo en la estrategia de oposición, tampoco comparte la visión jacobina de funcionamiento del partido que impusieron Casado y Teodoro García Egea para acorazarse. El PP, ha dicho, tiene una estructura autonómica que «debe aceptar y no menoscabar». Aún colean en Génova 13 los ecos del ordeno y mando en Murcia, los rifirrafes en Andalucía y Castilla y León, los relevos «pactados» de líderes en la Comunidad Valenciana y Canarias, o la escabechina en el PP vasco para descabalgar a Alfonso Alonso. «Eso se acabó», dicen en el entorno de Feijóo.

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