Diario de León

Felipe VI, ocho años de difícil reinado

El monarca ha ido introduciendo reformas para avanzar en la transparencia de la Casa Real

El rey Felipe VI saluda a su llegada a los ejercicios Flotex-22. ROMÁN RÍOS

El rey Felipe VI saluda a su llegada a los ejercicios Flotex-22. ROMÁN RÍOS

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Una Monarquía renovada para un tiempo nuevo». Es la frase más recordada del discurso que pronunció Felipe VI en su proclamación como rey, hace hoy ocho años. Ese 19 de junio de 2014, el nuevo jefe del Estado se comprometió ante el Poder Legislativo reunido en pleno a mirar hacia delante, a ser un ejemplo para los españoles, a los que prometió servir con lealtad, siempre consciente del momento histórico que le tocaba vivir como monarca y de las nuevas generaciones a las que se dirigía.

Echando la vista atrás, no está siendo un reinado fácil para Felipe VI. La inestabilidad política —que estrenó cuando apenas llevaba año y medio en la Jefatura del Estado—, con un Parlamento cada vez más fragmentado, el desafío soberanista en Cataluña, la pandemia de coronavirus... Y los escándalos en torno a su familia: primero, su hermana Cristina; después, su padre, el rey Juan Carlos.

Una encuesta publicada por 20minutos coincidiendo con el séptimo aniversario de la proclamación concluía que el 77% de los españoles consideraba que el reinado de Felipe VI ha comenzado en un periodo marcado por «muchas más complicaciones y dificultades de lo usual». A pesar de estos contratiempos, una gran mayoría de ciudadanos aprueba con nota la labor del monarca.

Tres cuartos a favor

En ese mismo sondeo, publicado el pasado año, casi tres de cada cuatro españoles (74%) aseguraban que el rey «ha sabido desempeñar adecuadamente sus funciones», nueve de cada diez (89%) valoraban que está «bien preparado y capacitado para el cargo que desempeña», y el 79% creía que «se esfuerza por consolidar y defender la actual democracia parlamentaria española» dentro de lo que «le permiten sus funciones constitucionales».

Y así se lo han reconocido también los que más le han tratado. En la víspera del quinto aniversario de su proclamación, el monarca coincidió con los expresidentes del Gobierno Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, con motivo de la reunión del patronato del Real Instituto Elcano. Allí se le rindió un homenaje por sus esfuerzos para «asentar en España un orden constitucional y democrático moderno a la altura de los tiempos». Felipe VI lo tuvo claro desde el principio: la opacidad de la institución se tenía que acabar. Su obsesión: ejemplaridad, ejemplaridad, ejemplaridad. Y así lo expresó ante las Cortes: «Deseamos una España en la que los ciudadanos recuperen y mantengan la confianza en sus instituciones y una sociedad basada en el civismo y en la tolerancia, en la honestidad y en el rigor».

De ahí que los primeros pasos del nuevo monarca, entre 2014 y 2015, fueran dirigidos a prestigiar la Monarquía y la institución de la Jefatura del Estado: se diferenció entre «familia real» y «familia del rey», se revocó el título de duquesa de Palma para la infanta Cristina, se aprobó un nuevo código de conducta y normas sobre regalos y se decidió que se presentara un informe anual sobre las cuentas de la Casa Real.

La marcha de los acontecimientos sobre Juan Carlos I ha llevado al rey a tomar otras decisiones más drásticas. El cerco de la Fiscalía a las finanzas del ex jefe del Estado —diligencias que luego han sido archivadas— hizo que Felipe VI le suspendiera su asignación anual y anunciara que renunciaría a la futura herencia. Meses antes, Juan Carlos de Borbón se había ya retirado de la vida pública. La marcha del rey emérito de España en agosto de 2020 fue el colofón a una crisis en la que el monarca ha subrayado su papel como jefe de la Casa del Rey con un estilo propio.

Cuando se cumplen ocho años de reinado, Felipe VI ha dado un paso más en su política de transparencia: haciendo público su patrimonio -2,57 millones de euros- y trabajando en una reforma por la cual el Tribunal de Cuentas fiscalizará los ingresos y gastos de la Casa Real, tal y como consta en el decreto que aprobó el Consejo de Ministros.

Inestabilidad política

Felipe VI llegó a la Jefatura del Estado en un sistema político en el que imperaba el bipartidismo. Al año y medio, todo había cambiado: la irrupción de nuevos partidos marcó el final de la política tal y como se había conocido en la España democrática, la que había dominado durante el reinado de Juan Carlos I.

Un dato resulta muy revelador: hasta las últimas elecciones generales, las celebradas a finales de 2019, el monarca afrontó ocho rondas de contactos con los partidos políticos en cinco años y medio, frente a las diez que protagonizó su padre en sus cuarenta años de reinado.

El rey suele dirigirse a los ciudadanos en su discurso de Nochebuena, pero Felipe VI ha sumado dos ocasiones más a raíz de las dos grandes crisis que ha vivido España en los últimos ocho años: el desafío independentista catalán y la pandemia de Covid-19. Dos discursos pronunciados en dos momentos muy críticos, pero extremadamente distintos entre sí.

El 3 de octubre de 2017, dos días después del referéndum ilegal y en medio todavía de muchas tensiones ante la incertidumbre de hasta dónde podían llegar los partidos independentistas, el monarca se dirigió a toda España para condenar con firmeza las actuaciones de los impulsores del proceso soberanista y acusarles de «deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado», vulnerando «de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente» y quebrantando «los principios democráticos de todo Estado de Derecho». También quiso transmitir un «mensaje de tranquilidad, de confianza y esperanza» a los españoles: «Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos».

El rey ha querido mostrar desde el principio una imagen cercana con la ciudadanía, siempre desde la institucionalidad a la que le obliga su cargo. Es, además, un esforzado embajador de España en los numerosos viajes internacionales que realiza para apoyar el talento español fuera de nuestras fronteras, atraer inversiones y promocionar la imagen del país.

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