Diario de León

El Gobierno asume su división y admite ya que «será duro» aprobar los Presupuestos

El compromiso adoptado por Sánchez para aumentar el gasto en Defensa aleja a UP de cualquier acuerdo en las Cuentas

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Todavía con la resaca de la cumbre de la Otan de Madrid, el Gobierno volvió este viernes a pisar el suelo de la política doméstica. Superada con éxito la cita internacional, en Moncloa vislumbran que las negociaciones de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2023, el siguiente gran hito de la legislatura, «serán duras». El borrador ya está sobre la mesa, pero al mal momento en la relación con Esquerra se ha sumado otro obstáculo: el compromiso alcanzado por Pedro Sánchez esta semana ante la Alianza Atlátinca de elevar al 2% del PIB el gasto militar para 2029. Una promesa que ha disgustado a Unidas Podemos, que amenaza ahora incluso con no dar apoyo a su socio si esta cuestión pasa a formar parte de las Cuentas Públicas.

Pese a su antimilitarismo fundacional, los morados insinúan que podrían hacer la vista gorda con el aumento del presupuesto en Defensa si este queda fuera de los Presupuestos. Un canje que incluiría otras medidas sociales que las confluencias vienen reclamando a Sánchez desde la investidura, que incluiría elevar el impuesto a las empresas eléctricas. Todo ello mientras mantienen la oposición al aumento de destructores estadounidenses en la Base Naval de Rota, que deberá pasar por el Congreso de los Diputados con la oposición de Podemos, IU y En Comú. Formaciones que creen que este movimiento puede convertirse en la ‘foto de Colón’ de Pedro Sánchez.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, disipó este viernes las dudas sobre la intención del PSOE y adelantó que la intención es que estas Cuentas Públicas se conviertan en «el primer paso para contemplar el objetivo de llegar al 2% en Defensa en 2029». Como en otras disputas con el socio minoritario, relativizó las discrepancias e indicó que «la negociación siempre es compleja, no sólo con los socios de gobierno, sino con todos los grupos políticos que tienen que apoyar un presupuesto». Pero si quiere repetir el éxito de los años 21 y 22, además de intentar lograr el apoyo de los morados, todo deberá pasar por reconducir la relación con el llamado bloque de investidura: PNV, EH Bildu y, especialmente, Esquerra. Hasta ahora, el Gobierno no lo había tenido tan difícil.

Los republicanos ya advirtieron a Moncloa de que «no habrá nuevos acuerdos» presupuestarios si PSOE y Podemos no empiezan a cumplir con los compromisos adquiridos, principalmente el regreso a la mesa de diálogo, sin fecha aún. «Cuando nos vengan a buscar para negociar los presupuestos diremos que ahora no porque es la Diada, el debate de política general o el aniversario del 1-O», ironizó la portavoz del partido, Marta Vilalta, para evidenciar el hartazgo de los suyos en esta cuestión.

El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, no se cierra a esta cuestión. Tampoco al aumento del gasto militar, aunque este viernes ya avisó de que el Gobierno deberá hacerlo «con sentido», y de que su formación verá «año a año» lo que se propone en esta cuestión, como aseguró en Radio Euskadi.

Un nuevo consenso

Mientras tanto, la ministra de Hacienda se sigue mostrando convencida de que repetirá el consenso alcanzado en las Cuentas de 2021 y 2022 y apeló a «compatibilizar los derechos sociales, las pensiones, la sanidad, la educación, la vivienda, la inversión» con ese nuevo añadido de la apuesta por la seguridad, convencida de que «España cumple con el conjunto de los socios» para invocar la aspiración de que esa inversión en defensa sea «disuasoria» de cualquier intento que afecte a la integridad territorial de España.

El único que se ha desmarcado de la negativa de los morados a la subida del gasto militar ha sido el ministro de Universidades, Joan Subirats, que ocupa en el Gobierno la cuota reservada a En Comú Podem. Ve «justificado» este incremento por la amenaza de la guerra en Ucrania. «La idea de que la defensa de Europa y los valores occidentales estaba en manos de los Estados Unidos y los países europeos podíamos mantenernos tranquilos sin preocuparnos ha quedado bastante desmontada», afirmó en una entrevista en La 2.

El ministro tampoco cree que «no está sobre la mesa que haya un debate sobre si España permanece en la Otan o no», y que si bien en el referéndum de 1986 votó en contra, ahora tendría que volverlo a pensar.

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