Diario de León

El Gobierno y la Casa Real demoran las reformas legales sobre la monarquía

La Zarzuela y la Moncloa guardan un férreo silencio sobre el anunciado plan de modernización de la Corona

El rey Felipe VI junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la visita a la fábrica de Martorell. QUIQUE GARCÍA

El rey Felipe VI junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la visita a la fábrica de Martorell. QUIQUE GARCÍA

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Pedro Sánchez afirmó el pasado 29 de diciembre que «el Rey quiere una Monarquía constitucional adaptada a la España del siglo XXI. Renovación, rendición de cuentas, ahí está trabajando Felipe VI». El presidente ofreció la colaboración del Gobierno en esa tarea pero sin ponerse plazos. «Vamos -dijo- paso a paso. Ya irán conociendo como se materializa la hoja de ruta de renovación de la Corona en cuanto a transparencia y ejemplaridad». Dos meses largos después, no se conoce nada y entretanto, el deterioro de la imagen de la institución crece imparable.

Avanzan en las reformas, no se sabe. Están estancados, tampoco se sabe. Qué piensan hacer, se ignora. La Casa Real remite a la Presidencia del Gobierno porque de allí partió la información del plan para la modernización de la monarquía. La Moncloa responde que la Zarzuela, como protagonista de la transformación de sus usos y costumbres, debe ser la que lleve la iniciativa y la que dé cuenta de los trabajos. Las palabras de Sánchez abrieron las expectativas de una ley de la Corona, reclamada por sus socios de Unidas Podemos, que amagó con presentar una proposición en el Congreso, pero también por constitucionalistas. La Moncloa taponó con rapidez esa vía. Lo que menos quieren los socialistas es suscitar un debate en el Congreso sobre el futuro de la monarquía parlamentaria.

Un tiempo nuevo

El caso es que nadie sabe bien qué quiso decir el presidente con la renovación de la Corona y de qué forma se va a plasmar. Un mensaje que también lanzó Felipe VI en su discurso de proclamación en 2014, cuando abogó por «una monarquía renovada para un tiempo nuevo». Lo que sí hay es un consenso amplio, tanto político como académico, en que la institución debe ponerse al día. Máxime con el goteo de informaciones sobre la conducta «incívica» del rey emérito que amenaza con llevarse por delante la reputación de la Corona.

Los socialistas se mantiene firmes en su defensa de la monarquía parlamentaria frente a los embates de sus socios de Gobierno y las fuerzas soberanistas. Pero también empiezan a pensar que en la Casa del Rey hay un interés escaso para acometer la tarea transformadora. El férreo silencio de la Zarzuela ante las regularizaciones fiscales de Juan Carlos de Borbón, que superan el umbral de las informaciones para ser hechos incuestionables, y la falta de medidas ejemplarizantes y de transparencia prometidas alimentan el recelo por más que desde el Gobierno hagan esfuerzos por deslindar la conducta del emérito de la institución. «Esto no se arregla encerrándose en palacio», advierte el presidente del PNV, Andoni Ortuzar.

Del plan modernizador se desconoce todo pero las especulaciones están trufadas de incógnitas jurídicas. ¿Qué margen deja la Constitución para legislar sobre la Corona? ¿Qué podría regularse sin tocar la Carta Magna? ¿Qué cambios requerirían una reforma constitucional? El debate entre los expertos sobre el corsé constitucional es intenso.

Lo que parece evidente es que las medidas adoptadas por Felipe VI al acceder al trono son insuficientes para reflotar una monarquía acosada por los escándalos. Auditar las cuentas por una consultora externa, regular los regalos o introducir un código de conducta para los funcionarios de la Zarzuela han demostrado ser retoques de maquillaje.

Por ejemplo, la normativa sobre obsequios prevé en su punto 4.1 que los miembros de la Familia Real no pueden recibir créditos sin interés o por debajo de los tipos de mercado. Pues bien, como recordó eldiario.es, el emérito se ha beneficiado de un préstamo a interés cero, que puede encubrir una donación, de unos empresarios amigos para pagar 4,4 millones de euros a Hacienda en su segunda regularización. Una vulneración de ese código de conducta que no acarreará ninguna consecuencia para el infractor.

Sin adentrarse en las honduras de una ley u otra reforma legal, Felipe VI tiene en su mano tomar medidas inmediatas que certificarían su compromiso con la transparencia y la ejemplaridad.

tracking