Diario de León

| Análisis | 25 años del cese del presidente del Gobierno |

Los militares forzaron la dimisión de Adolfo Suárez

Cuando se cumplen 25 años de la renuncia del histórico jefe de Gobierno, permanecen aún numerosas dudas en torno a los motivos que ocasionaron su precipitada salida

Portada de Diario de León en 1980 en la que se anuncia la dimisión de Suárez

Portada de Diario de León en 1980 en la que se anuncia la dimisión de Suárez

Publicado por
Carlos Fernández - redacción
León

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Sobre las causas de la dimisión del presidente del Gobierno Adolfo Suarez, a finales de enero de 1981, han circulado numerosas versiones: acoso en el interior de su partido por el sector «crítico»; acoso por la opinión publica, que contemplaba un Gobierno víctima de intrigas y personalismos; acoso por los poderes económicos ante una gestión deficiente que llevaba al país hacia una inflación y un paro desmesurados; acoso de la Iglesia por impulsar una legislación anticatólica, puesta de manifiesto, entre otras, por la ley del divorcio de Fernández Ordoñez; acoso del Ejército ante el deterioro del orden público, la escalada terrorista y las ansias soberanistas de vascos y catalanes. Frente a los que dicen que en la dimisión hubo un poco de todo, hay que preguntarse si un sector de un partido que luego demuestra en el Congreso de Palma ser minoritario, puede llegar a derribar a un presidente; si el electorado estaba en rea-lidad tan descontento con un político al que había votado mayoritariamente hacia menos de dos años; si la Iglesia, aun reconociendo su peso moral en la sociedad española, tenía una influencia política mas propia de tiempos ya pasados como el nacional-catolicismo.; y si la Banca tiene fuerza suficiente como entero de esta reunión y de la próxima presentación del documento al monarca, comunicando-selo a Adolfo Suárez. Éste, que tenía en mente el SAM del mes de noviembre, así como informes sobre diversas maniobras involucionistas, no quiso permanecer por mas tiempo en la presidencia del Gobierno y, en un gesto que le honraría -porque el poder a casi nadie disgusta-, solicitó una audiencia al Rey y le presentó, con todo respeto, su dimisión irrevocable, añadiendo que se podían convocar elecciones anticipadas, sugerencia que el Rey no considero conveniente. Aunque a muchos les cueste creerlo, así fue. La frase sibilina En las primeras horas de la tarde del jueves 29 de enero de 1981, Adolfo Suárez grabó en el Palacio de la Moncloa su mensaje de despedida al pueblo español, que se transmitió posteriormente por RTVE. En el discurso llama la atención una frase sibilina que se resistió a suprimir: «He llegado al convencimiento de que hoy, y en las actuales circunstancias, mi marcha es mas beneficiosa para España que mi permanencia en la Presidencia. Yo no quiero que el sistema democrático sea, una vez mas, un paréntesis en la historia de España». La mayor parte de los españoles no entendieron el significado, al menos completo, de la frase. Mientras tanto, un gesto de satisfacción surgió en los rostros de los dieciocho generales asistentes a la reunión del día 23 en las afueras de Madrid, al mismo tiempo que decían: «Por fin».para derribar a un presidente del Gobierno revalidado en dos elecciones generales. Aunque este último supuesto resultase afirmativo, habrá que convenir que la fuerza económica necesitaría apo-yarse en la física para efectuar un acto de tal naturaleza. Se llega de esta manera a la conclusión de que fue la fuerza física representada en el Ejercito, y no otra, la que obligo a Suárez a presentar la dimisión de su cargo, por mucho que él lo niegue. Llamada de atención La primera llamada de atención había surgido a mediados de noviembre de 1980 cuando siete tenientes generales, con mando de región militar (Merry Gordon, Milans del Bosch, Elicegui Prieto, Polanco Mejorada, Campano López, Fernández Posse y González del Yerro) elevaron un escrito al presidente del Gobierno en el que le llamaban la atención por el deterioro de la situación política y social del país y le sugerían que tomase las medidas adecuadas, por muy duras que pareciesen ser, para corregirla. El documento, conocido como SAM, «supuesto anticonstitucional maximo», fue, obviamente, negado por sus supuestos firmantes. Después llegó la conversación entre el Rey y Adolfo Suárez, mantenida en la estación invernal de Baqueira Beret a primeros de enero. Algunos periodistas señalaron que en la citada entrevista el monarca informo a Suárez de la posibilidad de un golpe duro de militares previsto para la próxima primavera y le sugirió que debía dimitir ya que su permanencia al frente del Gobierno era una provocación para los militares involucionistas. Es improbable que esto fuera cierto, máxime conociendo la característica principal de don Juan Carlos: el respeto a la voluntad popular expresada en las urnas, y que el presidente representaba a un partido que había obtenido la mayoría en las ultimas generales. De lo que si parece que hablaron el Rey y Suárez fue de la situación política del país. Intervención del Ejercito También a primeros de enero, con motivo de una visita a Canarias, para entrevistarse con el presidente de Venezuela, Herrera Campins, Suárez recibió al capitán general, González del Yerro, quien le advirtió que «si los políticos no resuelven la actual situación, el Ejercito tendría que intervenir». Y el 23, o 22, de enero tuvo lugar enMadrid, una reunión en la que participaron dieciocho generales y almirantes de los tres ejércitos y en diversas situaciones (actividad, escala B y reserva).

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