Diario de León

La moción de censura de Vox trunca el plan de Casado para la unificación de la derecha

El movimiento político del partido de extrema derecha y el distanciamiento de Cs liquidan la foto de Colón

Pablo Casado se dirige el pasado miércoles al Congreso de los Diputados. EMILIO NARANJO

Pablo Casado se dirige el pasado miércoles al Congreso de los Diputados. EMILIO NARANJO

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La foto de Colón era el paradigma de la unidad de la extrema derecha, la derecha y el centroderecha. Pablo Casado se había fijado el objetivo de unir algún día a las tres corrientes bajo el paraguas de su partido, una meta que ahora se difumina con el anuncio de la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez. Ese movimiento, unido al distanciamiento de Ciudadanos, imposibilita la recuperación del PP de José María Aznar, el que abarcaba todo el espectro conservador.

Todos saben, desde Santiago Abascal al presidente del Gobierno y al líder de los populares, que la moción no busca, porque no puede, desalojar a Sánchez de la Moncloa. Va dirigida contra Casado para dirimir sin urnas quién manda en la oposición y es el referente de la derecha. En el PP lo saben, pero no lo dicen, y se centran en criticar la inutilidad del movimiento. El portavoz del PP en el Senado lo subrayó ayer mismo. Javier Maroto exigió a Vox que no «engañe» con la moción de censura porque «está fracasada». Si tuviera posibilidades de prosperar, añadió, «estaría presentada desde el primer día por el PP».

La iniciativa de Abascal «para salvar a España» no es, sin embargo, una ocurrencia. El plan del presidente de Vox es formalizarla en la segunda quincena de septiembre y acaparar el protagonismo en el inicio del nuevo curso político, siempre que él sea el candidato, decisión que no está tomada. Algunos dirigentes de Vox hablan de «una personalidad independiente», e incluso mencionan a la exsocialista Rosa Díez.

El partido de ultraderecha necesita relanzarse. Las últimas encuestas constatan un retroceso en sus perspectivas electorales en beneficio del PP. Su lenguaje duro y sin concesiones no logra extender su base de apoyos, aunque en las últimas semanas han visto crecer algunos brotes verdes con el escaño logrado en el Parlamento vasco y, de acuerdo a los sondeos, la posible entrada en el de Cataluña con al menos tres representantes.

Los réditos que obtengan Abascal de la moción de censura son hoy una incógnita. No lo es que su movimiento ha desarbolado los planes de Casado de unificar a la derecha. Fraccionada en tres fuerzas políticas no alcanzan una mayoría alternativa en el Congreso y no parece probable que las experiencias exitosas del tripartito en Andalucía, Murcia y Madrid sean exportables al ámbito nacional porque entran en juego otros factores, como la presencia de las fuerzas nacionalistas, que imposibilitarían la suma.

Una barrera que, de acuerdo al análisis de la dirección nacional del PP, se podría sortear con la reunificación conservadora. Los populares pensaban que en el caso de Vox iban por el buen camino porque la hostilidad verbal de los primeros momentos, los de «la derechita cobarde», había desaparecido o era esporádica en el discurso de los de Abascal. La cohabitación en Andalucía y Murcia, no así en Madrid, funciona asimismo de forma razonable. Casado, además, mantiene una buena relación personal con Abascal.

El líder del PP confiaba que con estos mimbres se produciría un paulatino decantamiento de los votantes de Vox hacia su partido como expresión de un alternativa política real a los socialistas. Un análisis que, sin embargo, choca con la tendencia europea de continuo fortalecimiento de las opciones más radicales en detrimento de las templadas.

EL DILEMA DEL LÍDER DEL PP

Pero todas estas conjeturas se han visto cercenadas con la moción de censura, que puede abrir una sima insuperable entre el PP y Vox. Los populares, siempre que los ultraderechistas sigan adelante con sus planes, se verán ante el brete de apoyar o abstenerse en la votación.

El PSOE optó por la segunda opción cuando Podemos hizo el mismo movimiento y con el mismo objetivo en junio de 2017 contra Mariano Rajoy. De aquel envite salió fortalecido el entonces presidente del Gobierno y debilitada la oposición de izquierda. Ahora, se temen en el PP, puede repetirse el escenario y Sánchez vería consolidada su posición.

No sería la única derivada. Casado se enfrentaría una vez más a la tesitura que le persigue desde que hace dos años se hizo con el timón del PP. Radicalizar su estrategia de oposición o moderar el discurso, como reclaman algunas voces críticas y más de un barón territorial. En definitiva, demasiadas contras y ningún pro.

La iniciativa de Abascal llega, además, en un momento en que la relación del PP con Ciudadanos, el tercer protagonista de la foto de Colón, se deshilacha día a día. Los liberales han fiado sus posibilidades de supervivencia a un giro hacia la izquierda y al distanciamiento de los populares.

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