Diario de León

Pedro Sánchez aspira a captar el voto proestabilidad

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El PSOE no tiene, con las encuestas en la mano, ninguna razón para temer por su primacía ni tampoco para pensar que el 10 de noviembre pueda producirse un vuelco a favor del bloque de la derecha. Pero en el partido, y especialmente en los aparatos territoriales encargados de engrasar de nuevo la maquinaria electoral, se respira una enorme inquietud. Los más optimistas piensan que, en el mejor de los casos, la situación puede acabar exactamente como está. Los más pesimistas recuerdan aquellos sondeos que animaron a Susana Díaz a adelantar elecciones el pasado invierno, en la sorpresa de Vox y en la traumática pérdida de un feudo histórico que los socialistas llevaban gobernando más de 36 años.

Pedro Sánchez lo ve de otra manera. Se ha convencido, según aseguran en su entorno, de que formar un Gobierno de coalición con Unidas Podemos cuando hay sobre la mesa retos importantes en los que mantienen posturas muy dispares como la crisis catalana o las eventuales respuestas a una situación de desaceleración económica, habría sido muy negativo y habría acabado abocando a elecciones en cinco o seis meses. Además, cree que tiene una oportunidad real de generar un resultado más sencillo de gestionar que le permita, al menos, no tener que hacer descansar la gobernabilidad en los independentistas. Algunas fuentes aseguran que en Moncloa manejan sondeos que catapultarían al PSOE hasta los 140 escaños. Es una cifra que sigue estando muy lejos de la mayoría absoluta (176), pero los socialistas creen que, como ocurrió con Mariano Rajoy tras la repetición electoral de 2016, si salen reforzados el resto de actores se verán impelidos a mantener una actitud más generosa. Eso explica que, en los últimos días, Sánchez haya machacado una y otra vez la idea de que su principal preocupación es alumbrar un Ejecutivo estable. Con esa llamada, aspira a arañar votos a su izquierda pero sobre todo a su derecha, entre los descontentos de Ciudadanos.

El hecho de que Rivera abriera en el último momento la puerta a una abstención, después de haber rechazado durante cinco meses cualquier maniobra que pudiera allanar el camino al «plan» de Sánchez y su «banda», es para los dirigentes del PSOE una señal de que entre su electorado hay malestar. Y aspiran a pescar en río revuelto.

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