Diario de León

El rey supera los escándalos judiciales del emérito con más transparencia

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Dos años después de su ‘exilio voluntario’ en Abu Dabi, la sombra de Juan Carlos de Borbón parece menos alargada y Felipe VI comienza a coger aire. Despejados los nubarrones de su horizonte judicial y aplazado ‘sine die’ cualquier plan de retorno del emérito tras el espectáculo mediático de esta primavera en Sanxenxo, el rey concentra sus esfuerzos en sacar brillo a la Corona para recuperar el prestigio de antaño. Y, a tenor de las encuestas privadas —el Centro de Investigaciones Sociológicas dejó de preguntar sobre la monarquía en 2015—, la Casa Real ha cogido velocidad de crucero en el grado de aceptación de los españoles pese a las múltiples magulladuras sufridas en este tiempo.

La «monarquía renovada en un tiempo nuevo», como la definió Felipe VI en su discurso de proclamación, ha ido tomando expresión en medidas de control y transparencia concretas que le han servido para fortalecer su imagen e insuflar oxígeno a la Jefatura del Estado. El 26 de abril el Gobierno, a instancias del monarca, aprobó un real decreto que reforma la estructura y el funcionamiento de la institución por el que la Casa del Rey someterá su contabilidad a la fiscalización del Tribunal de Cuentas. El jefe del Estado decidía, además, seguir marcando distancias con su padre y hacía público su patrimonio, que asciende a 2,5 millones de euros entre cuentas bancarias, objetos de arte, antigüedades y joyas de carácter personal. No tiene viviendas ni patrimonio ni depósitos en el extranjero. En marzo de 2019, una vez Felipe VI conoció, en parte, las finanzas opacas de su padre, renunció ante notario —también en nombre de la princesa de Asturias—, a cualquier derecho testamentario que pudiera corresponderle de esas cantidades. Todas ello ha servido para revitalizar la imagen de la Corona.

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