Diario de León

Las sospechas de corrupción salpican a ERC cuando acaricia la victoria el 14-F

Los republicanos se juegan la presidencia en la gestión que haga el Govern de la crisis sanitaria

Pere Aragonès consulta documentos en el Parlament. TONI ALBIR

Pere Aragonès consulta documentos en el Parlament. TONI ALBIR

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«Señor Aragonès, se le está poniendo cara de convergente». El portavoz de Ciudadanos en el Parlament, Carlos Carrizosa, le ha dado esta semana al vicepresidente de la Generalitat donde más le duele. Republicanos y postconvergentes, aunque gobiernan juntos, no se aguantan.

La pugna entre los dos pesos pesados por la hegemonía del soberanismo va más allá de lo político. En ERC llevan meses soportando las críticas por parte de un sector del independentismo que les acusa de haberse plegado al autonomismo y de estar muñiendo un tripartito de cara a las próximas elecciones a partir de su entendimiento con el Gobierno central.

JxCat se esfuerza en trasladar a la opinión pública secesionista que ERC se ha bajado del barco del ‘procés’ Sin embargo, el dardo de Carrizosa comparando a Esquerra con CDC iba dirigido a la diana de la corrupción del 3%. Y ahí les escuece a los republicanos.

Por primera vez desde que lidera la formación, Pere Aragonès ha tenido que salir a defender a los suyos de las acusaciones de tráfico de influencias y de ser el nacionalismo «de siempre» que tapa las corruptelas con la ‘estelada’. «¿No sabemos administrar sin usar el Gobierno como una fuente de clientelismo infumable que drena los recursos de los catalanes?», le preguntó Carrizosa.

El caso Volhov, en el que fue detenido, entre otros, el exconsejero y exsecretario de organización republicano Xavier Vendrell, le ha explotado a ERC a escasos tres meses de las elecciones catalanas. El partido de Junqueras siempre ha presumido que en más de 85 años de historia no ha tenido ni un caso de corrupción. Lo muestra con orgullo en todos los mítines frente a los del 3%, Palau y el clan Pujol. Es una de sus bazas electorales en la pugna con JxCat, los «convergentes de toda la vida», como les llaman los republicanos para marcar distancias y para presentarlos como los herederos de CDC.

El sumario de la trama empresarial del ‘procés’ apunta hacia unas prácticas entre empresarios y dirigentes de la adminstración catalana, cuanto menos poco decorosos. Xavier Vendrell, exsecretario de organización de ERC y empresario en la actualidad, le dice en las grabaciones incluidas en la investigación a la secretaria general de Esquerra que llame a los consejeros Vergés, Bargalló y Chakir (todos de ERC) para que le arreglen unos contratos.

Aragonès se ha visto obligado a salir al paso de las acusaciones en sede parlamentaria. El candidato a la presidencia de la Generalitat aseguró que ninguno de los empresarios detenidos en la operación de la Guardia Civil ha ganado concursos con el actual Govern. Pero la sombra de la duda ahí queda. Y Esquerra ya no podrá utilizar como última bala en la campaña la cuestión de la corrupción para atacar a sus adversarios portconvergentes. Porque correrá el riesgo de recibir un «y tú más» con Vendrell o un «todos sois iguales».

El caso le explota en el peor momento. Esquerra lidera las encuestas de cara al 14 de febrero. Aventaja a JxCat, que es segunda en los sondeos, pero las distancias son cada vez menores y en algún barómetro incluso están casi empatados. Regresa el fantasma que persigue a los republicanos de que siempre ganan las encuestas pero luego pierden las elecciones.

De momento, los republicanos han reaccionado a las acusaciones elevando el tono. Aragonès llamó «payaso» a Carrizosa y Sergi Sabrià se mostró convencido de que «desmontarán cada mierda» que les saquen. Los problemas se le acumulan a ERC, que tras la inhabilitación de Quim Torra pilota el Gobierno catalán y por tanto es quien lleva el peso y el desgaste de la pandemia. Aragonès se juega media presidencia con la gestión que haga de la crisis sanitaria.

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