Diario de León

Urdangarín... al pasillo

De sport, con un mechón canoso y con ojeras, así luce el marido de la infanta.

Una visitante mira la imagen de Urdangarín, que ahora está en un pasillo del Museo de Cera.

Una visitante mira la imagen de Urdangarín, que ahora está en un pasillo del Museo de Cera.

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pacho rodríguez | madrid
León

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Un Iñaki Urdangarín ojeroso, vestido de sport, con un mechón de cabello canoso, y al lado, que no dentro, de la sala de deportes, es la figura que ahora se puede ver en el Museo de Cera y que está bastante lejos de su mujer y de la familia real, lugar y motivo por el que entró al popular centro de personajes de la capital.

Gonzalo Presa, director de Comunicación y Relaciones Públicas del Museo de Cera, leonés de la calle Lope de Fenar, rigor que exige para su localización leonesa, lo explicaba ayer: «Hemos mejorado la figura. La hemos actualizado con el mechón canoso y con ojeras, porque lo hemos visto así en algunas fotos recientes». De esta manera, este museo que es de cera pero no da puntada sin hilo, también cambió el look de Urdangarín, que ahora aparece con un pantalón verde beige, camisa y jersey. Y resulta que se ha quedado a un paso de donde están los Rafa Nadal, Villa, Iniesta o Arancha Sánchez Vicario.

Su equipo no está representado. Sería esta, según el leonés Presa, la forma de ajustar la representatividad que se les exige a las figuras del Museo de Cera: «Es un deportista de élite, pero no entró en el museo por eso, sino por casarse con la infanta Cristina, por lo que no vamos a vestirle con el traje de la selección española. Además, aunque su carrera en el balonmano tiene mucho mérito, sin menospreciar a nadie, no se ha decidido que su equipo esté representado».

Presa, que destaca que su labor como relaciones públicas ahora está siendo desbordada por la demanda de medios, también apuntó que se ha optado por que la figura del marido de la infanta Cristina presente una postura más informal: «Hasta tiene una mano el bolsillo», indica.

Así que, al ver a este Iñaki Urdangarín desterrado al pasillo del Museo de Cera, con mirada compungida que parece que dirige a sus compañeros deportistas de otras disciplinas, con la presunción de inocencia por delante, la pregunta es obligada: ¿Y si es encausado? ¿Irá a ese purgatorio que sería el lugar a donde van las figuras desterradas? Presa, que ilustra didácticamente la situación, e incluso aprovecha para enseñar a futuros profesionales de la comunicación que el lugar en el que deben estar es detrás, cuenta que «el museo no hace predicciones». Tajante.

En tierra de nadie. Cuando llegan algunos visitantes al museo, por cierto, muy frecuentado para ser un lunes, se quedan mirando al nuevo Urdangarín. Su nuevo sitio, su nueva ropa, su nueva vida… Casi apoyado en la pared, en tierra de nadie, pero al menos el ex jugador de balonmano sigue en el Museo de Cera. Y dentro de poco una placa recitará su nombre.

Pero la curiosidad irresistible que surge es saber dónde van las figuras que dejan de ser representativas. ¿Dónde está el purgatorio? «En Illescas, pero no te digo la calle, no sea que vayas», afirma Presa.

Tal vez, el año que viene, que el museo cumple cuarenta años, como un lugar de fantasía realista, ese club de los desterrados reclame su propio protagonismo. La gente se lo creería.

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