Diario de León

POR emilio gancedo

«El político emigra para trepar más»

l. Javier Pérez publica ‘El secuestro del candidato’, obra negra y satírica. «La novela negra permite adentrarse en lo que la gente hace sin tragarse los tópicos que la gente dice»

El escritor leonés Javier Pérez, autor de ‘El secuestro del candidato’ (ed. Algaida), premio Ciudad de Badajoz

El escritor leonés Javier Pérez, autor de ‘El secuestro del candidato’ (ed. Algaida), premio Ciudad de Badajoz

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POR emilio gancedo
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Atención al argumento de El secuestro del candidato : un político de provincias prepara cuidadosamente su salto a la arena nacional, presentándose como candidato al Congreso. Desde hace algún tiempo engaña a su esposa con una empleada del Hospital y cree que es el momento de dejar esa relación, ya que podría perjudicar su carrera. Pero la chica no acepta el modo en que es abandonada y, a punta de pistola, secuestra al político y lo encierra en el sótano de su abuela, en un pueblo de la montaña que recuerda mucho a las aldeas leonesas. Cuando vuelve al trabajo se entera de que Al Qaeda ha reivindicado el secuestro. Y ahí comienza a desplegarse la trama de esta nueva novela de Javier Pérez, ganadora del Premio Ciudad de Badajoz —galardón que el leonés suma al Premio Azorín que consiguió en el 2006— y que constituye una radiografía negra y satírica de la falta de escrúpulos de la que los políticos españoles hacen gala día sí, día también.

Javier Pérez explica cómo surgió en su mente la idea de este libro, que en gran parte pivota sobre la idea de que en política «vale todo», de la mano de personajes que pretenden sacar rendimiento electoral de la víctima de un acto violento, calculando cuál puede ser el mejor momento para conseguir la liberación del secuestrado. «Normalmente trato de basar las novelas en una idea, pero en este caso fueron dos: el odio y el poder de lo obsoleto. Cuando la policía se especializa en rastrear correos electrónicos y comunicaciones por satélite, se encuentra un poco perdida ante un secuestro realizado con una furgoneta vieja y un sótano de pueblo convertido en zulo. La idea detonante fue un chiste gráfico que vi. Dos policías llevaban en medio a un hombre trajeado. Un policía le decía a otro: ‘Y a este político, ¿lo estamos escoltando o custodiando?’ Y el otro respondía: ‘Ni idea: ya no consigo acordarme’. De ahí surgió la inspiración, o como se le quiera llamar». Pero además, lo leonés no está ausente de esta novela, de sus espacios geográficos, y de un núcleo rural que puede traernos a la cabeza el pueblo de Correcillas.

«Molera, la ciudad donde se desarrolla la trama, es ficticia —explica Javier Pérez—. Lo que no puedo negar es que las calles y los paisajes que describo son los de León. Y bueno, para describir el pueblo me imaginé no sólo Correcillas, también Brañuelas, Valbuena o cualquiera de esos pueblos que tanto abundan en nuestra tierra, pueblos donde el Estado sólo llega hasta donde lo dejan y únicamente en verano. Son tipologías geográficas, más que lugares concretos».

Características tan actuales como el miedo, la inseguridad, la ausencia de tablas de salvación sólidas..., algo que se traslada también a las relaciones afectivas, se respira también en esta obra. «Me gustaría que así fuera, fue lo que intenté —responde el autor—. Cuando la gente pierde la esperanza, pierde el miedo, y cuando pierde el miedo, pierde también la vergüenza. Más que psicosis, la situación actual tiene algo de tabla rasa, al estilo de aquel tango del Cambalache, en que todos valían lo mismo y todo daba igual. Quizás el signo de los tiempos sea que la verdad no le importa a nadie. Y cuando la verdad no importa sólo quedan la violencia y la indiferencia. De eso trato de hablar en la medida de mis fuerzas, y con todo el humor, un poco negro, del que he sido capaz».

Pero además, a Javier Pérez la estampa de todos esos políticos ávidos de ‘irse a Madrid’, le parece muy sugerente: «En los lugares donde el nacionalismo es una corriente ideológica fuerte, los alcaldes quieren convertirse en presidente del gobierno a fuerza de convertir en nación a su pueblo. Donde no hay nacionalismo, los ambiciosos tienen que emigrar para seguir trepando. Por mi parte, pongo los primeros cinco euros de una colecta para construirles el puente de plata».

¿Es, podría ser, esta España actual, fuente inagotable de ficciones, tipo los años de la mafia? «La España actual tiene más de Lazarillo de Tormes y Buscón llamado Pablos que de mafia americana. Por eso, cuando lo llevamos al cine, triunfa Torrente en vez de Elliot Ness. Nuestro rechazo a la épica nos despeña hacia lo cutre. Es nuestro destino», reflexiona Pérez, quien, en torno a sus próximos proyectos, dice: «Ando tras una novela sobre una rebelión de esclavos en las Médulas. Como siempre sucede en estos casos, puede llevarme un mes, o un año, según se dé. En cuanto al género, me gusta la novela negra porque permite adentrarse en los laberintos de lo que la gente hace en realidad, sin tener que tragarse los tópicos humanistas de lo que la gente dice. Lo que no quisiera nunca es limitarme ni encasillarme, como si trabajara en una cadena de montaje apretando siempre el mismo tornillo hasta el día de la jubilación».

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