Diario de León

La niña que vino del mar

ALMA Y LA ISLA Mónica Rodríguez Ilustrado por Ester García. Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil. Anaya, Madrid, 2016. 120 pp.

Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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N unca más volví a ver a Almaz. A veces coloco mi trozo de amuleto bajo la almohada y trato de averiguar qué fue de ella. Hasta ahora el amuleto no me ha dicho nada. Pero confío en que algún día un hilo de luz salga de él y tire de mí y me lleve hasta el extremo de su resplandor, donde atado a la muñeca de la mano izquierda de una muchacha negra encuentre el trozo de amuleto».

Alma «había llegado del mar y las casas de acogida estaban atestadas. Mi padre, que es pescador y que la había sacado de las aguas, decidió traerla a casa». Según contó un día, se llamaba Almaz Sebath, y aquí también se cuenta su historia y la de su familia. Lo que ocurre es que Otto, el pequeño de la familia que acoge a la niña que vino del mar, que es el narrador, se siente desplazado por las atenciones y cuidados que todos dedican a Ama. No es menos cierto, sin embargo, que entre los dos niños, de unos diez años ambos, se establece una corriente de simpatía y de amistad que irá más allá del día a día de este pequeño espacio de tiempo en que conviven y que generará situaciones curiosas y entrañables.

Estamos ante una historia dura, aunque llena de luz y de ternura, que convierte al libro, editado con el primor del buen hacer, en un libro hermoso que aborda el problema tan habitual con delicadeza.

La brevedad de los capítulos facilita el desarrollo narrativo y lector, siempre apoyado en una prosa de frase breve, viva, muy cuidada y rica. Las ilustraciones, sugerentes y llenas de color, se convierten en una delicia, como la obra toda.

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