Diario de León

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La ronda del piedemonte

TOMÁS SALVADOR (1921-1984) GANÓ LOS PREMIOS NACIONAL DE LITERATURA Y CIUDAD DE BARCELO-NA CON SU NOVELA CUERDA DE PRESOS (1953), QUE DESCRIBE UN RECORRIDO A PIE POR EL PIEDEMONTE DE LA MONTAÑA LEONESA. divergente

Tomás Salvador con su padre y su mujer en el homenaje por el Premio Nacional a ‘Cuerda de presos’

Tomás Salvador con su padre y su mujer en el homenaje por el Premio Nacional a ‘Cuerda de presos’

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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En octubre de 1879 arranca de Murias de Paredes la conducción a pie del criminal Juan Garayo ‘Sacamantecas’. A su frente van los guardias Serapio Pedroso y Silvestre Abuín, que en nueve días de camino, más el último en tren, guardando en medio la fiesta de San Froilán en Boñar, rematan el traslado. La pareja de civiles ofrece el contraste cervantino entre veteranía y arrojo, entre cautela y empuje, mientras su recorrido nos muestra aquella España profunda, en la que perviven vestigios feudales y tradiciones centenarias, a la vez que empieza su trazado la trinchera del ferrocarril hullero que quince años después unirá La Robla con Valmaseda.

El León profundo

La novela itinerante aparece salpicada de sorpresas y también de errores que malogran el alcance de algunos de sus logros. A trechos, resulta de una vivacidad barojiana, pero finalmente sugiere y promete más de lo que ofrece. Tomás Salvador doblega su eficacia narrativa con recursos torpes. A menudo, rebaja el impacto de personajes singulares, que enriquecen el relato, con disquisiciones de relleno. También descarrila en manejos incorrectos. El más molesto es el error en el nombre de los pueblos o incluso de los ríos, derivado de una mala lectura de los mapas, que en la novela escenifica con la visita de los guardias a la escuela de Baltasar Cañizo, en Boñar, un personaje obsesionado con la localización de Lancia y la huella viaria de los romanos. Claro que los sitúa «hace casi dos siglos», trabucando siglos con milenios. La primera jornada discurre entre Murias y Vegarienza (mal escrito como Vagarienza), pasando por Senra, Villanueva de Omaña y Omañón. A Garayo lo detienen en Murias, donde trabaja como criado, al ser reclamado desde Vitoria por su historial de crímenes. Junto al relato del recorrido, aparecen las normas y la impedimenta que han de regir el viaje, el condumio, las evocaciones, los crímenes del Sacamantecas, los antecedentes del guardia veterano con la historia de su abuelo El Verraco, la pasión floreciente del guardia novato y el primer personaje con el que se cruzan, que es el arriero Juan Morros. La segunda jornada los lleva desde Vegarienza a La Robla, pasando por Guisatecha, Riello, Soto y Amío, Bobia, Otero de las Dueñas, Carrocera (escrito La Carrocera) y Sorribos. En Omaña se encuentran con dos filólogos que buscan «las señales ocultas de la dispersión lingüística del idioma leonés, sus raíces y residuos». Antes, el cura que lee el Kempis se sorprende con el recitado de la misa en latín que le hace Garayo. En Otero, se cruza en su camino la santera que reparte imágenes por los pueblos y en Carrocera encuentran a un anciano que ya sólo espera su muerte aterido, después de haber luchado contra los franceses en la batalla de Valdiligüeña. El arrebato de Oliva y Ramiro, que huyen hacia América sin aviso, los acerca a La Robla.

Recorrido de película

De La Robla a Boñar se extiende la tercera jornada. Por Fenar avanzan aprovechando la trinchera excavada para el tren hullero, en compañía del pagador de los obreros, que les cuenta historias de su pasado carlista. El encuentro con un franciscano por la Valcueva aguza la desconfianza del guardia veterano con las apariencias, al recordar lo que le sucediera su abuelo, que fue desvalijado por un bandido con hábito. En Boñar hacen alto un día para celebrar a San Froilán, asisten al sermón, son invitados por el alcalde Alegría, que tiene quince hijas, acuden a los aluches, se documentan para el camino con el maestro Cañizo, pasean hasta los baños de San Adrián y hacen tertulia con Piramidón y su variada clientela. Uno de sus periódicos les desvela la historia criminal del Sacamantecas que conducen a Vitoria. La última etapa leonesa discurre entre Boñar y Cegoñal, ya en la frontera con Palencia. En su recorrido, se encuentran con el capador Adalberto, con un labrador estafado y con Cirilo el herrero. En Cegoñal les da cobijo una anciana porque la gente útil ha bajado a la vendimia a Sahagún y no queda nadie más en aquella aldea con techos de bálago.

Cuerda de presos, publicada hace 60 años, concluye con los guardias saludando a un Tomás Salvador zapatero remendón, en Vitoria. Escrita a partir de los recuerdos de su padre, un guardia civil caminero de Grajal llamado Serapio, como el protagonista, recibió un Premio Nacional encajado entre Los cipreses creen en Dios de Gironella y el Diario de un cazador de Delibes. En 1954, Pedro Lazaga rodó la película en Riaño y en Poza de la Sal, protagonizada por Antonio Prieto y Germán Cobos como guardias y Fernando Sancho como Garayo. Se estrenó el 18 de abril de 1955, en la Escuela de Policía de Madrid, durante un homenaje al escritor policía Tomás Salvador.

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