Diario de León

Literatura con nombre de mujer

l. Desde la Monja Egeria hasta hoy decenas de leonesas han luchado por hacerse hueco en la literatura. Han sido prácticamente invisibles. Silenciadas e ignoradas, las mujeres han tenido tan difícil el acceso a la escritura como al resto de los oficios. En las últimas décadas león ha experimentado una auténtica eclosión de escritoras...

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León

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Decenas de leonesas han luchado durante siglos para hacerse un hueco en la literatura, librando para ello todo tipo de batallas. Ocultas en ocasiones bajo pseudónimos masculinos, muchas consiguieron, sin embargo, burlar las rigideces de una sociedad que relegaba a la mujer al papel secundario de madre y esposa para dedicarse a escribir.

La pionera de las escritoras leonesas fue, seguramente, Egeria, una monja berciana emprendedora que visitó los santos lugares (Egipto, Palestina, Siria, Mesopotamia...) en un largo viaje de 14.000 kilómetros, entre los años 381 y 384, recogiendo sus impresiones en Itinerarium ad Loca Sancta, uno de los primeros libros de viajes de la historia. En los diecisiete siglos que han transcurrido desde entonces, en la literatura leonesa no han dejado de florecer voces femeninas. Pero, sin duda, la gran eclosión se ha producido en las últimas décadas.

El año pasado fallecía Josefina Rodríguez Aldecoa, una de las grandes de las letras leonesas. La autora de Mujeres de negro , hija y nieta de maestras y maestra de maestros, siempre creyó en una educación libre, culta y laica, como digna heredera de los valores de la Institución Libre de Enseñanza, que le sirvieron de inspiración para fundar en 1959 en Madrid el colegio Estilo. «Mi madre era maestra en la República y para mí sigue siendo el proyecto educativo más importante que ha habido en España, basado en el respeto al alumno, en la libertad, en la cultura y en todas las cosas que a mí me gustan». Josefa Rodríguez Álvarez (La Robla, 1926), decidió incorporar el apellido de su marido, el escritor Ignacio Aldecoa, cuando contrajeron matrimonio, en 1952. A los diez años se trasladó a León para estudiar bachillerato. «Me enviaron a vivir con las hermanas jóvenes de mi madre, que por entonces tenían un piso alquilado en León, donde estudiaban. La experiencia fue para mí muy interesante». «Eran los años fríos y oscuros de la postguerra. Yo vivía en León mi adolescencia y me acercaba cada tarde a la biblioteca de Azcárate. Desde entonces, la lectura se convirtió en la principal de mis aficiones». Aldecoa descubrió a los 15 años su verdadera vocación, la literatura, por el impacto que le causaron la poesía de Eugenio de Nora y de Victoriano Crémer y la revista Espadaña.

«Su escritura siempre me pareció de una sencillez muy limpia; era muy concreta en cuanto a personajes, ambientes y situaciones», escribió de Aldecoa la también escritora leonesa Elena Santiago. Ganadora en 2002 del Premio Castilla y León de las Letras, la escritora de Veguellina de Órbigo dejó el Magisterio por la escritura. Su primera novela La oscuridad somos nosotros, en la que relata la historia de una familia en un contexto rural durante la Guerra Civil y la postguerra, le permitió afianzarse en el siembre resbaladizo terreno de la literatura. Con Ácidos días, obtuvo el Premio Novelas y Cuentos y saltó al primer plano de la narrativa española. Su tercera novela, Gente oscura le valió el Premio Miguel Delibes.

También merece un lugar destacado dentro de la literatura leonesa la escritora cántabra Concha Espina, que en 1912 viaja a una entonces ‘recóndita’ Astorga que luego retratará magistralmente en La esfinge maragata.

Entre las nuevas generaciones de escritoras hay que mencionar a Ana Cristina Herreros, a la que cada libro le ha empujado hacia el siguiente. Filóloga y cuentacuentos -oficio para el que utiliza el pseudónimo de Ana Griott-, la escritora leonesa primero metió los monstruos españoles en un libro. Después, su objetivo fueron las brujas. Más tarde se adentró en las leyendas que cuentan el origen de la Península. Y posteriormente reunió en un libro relatos sobre la muerte. En todos ellos había un guiño leonés. Leyendas y fábulas sobre ogros y personajes de la tradición oral que Herreros ha rescatado para sus libros. Hace dos años el Ministerio de Cultura otorgaba el Premio al Libro Mejor Editado a su Geografía mágica, publicado por la editorial Siruela.

El 2011 fue sin duda el año de Ana Merino, hija del escritor y académico José María Merino, que recibió un accésit del prestigioso certamen internacional de poesía Jaime Gil de Biedma y optó al Premio de la Crítica de Castilla y León por el poemario Curación , título que alude al poder reconstituyente, medicinal y hasta cicatrizante de la palabra. Ahora acaba de estrenar en Suiza una obra de teatro, Amor: muy frágil, donde reflexiona sobre los naufragios de los afectos en un grupo de amigos de los tiempos de la universidad que ya han dejado atrás su juventud.

Amores literarios

La historiadora y cronista oficial de León Margarita Torres Sevilla se enamoró en la adolescencia del personaje de Enrique de Castilla y acabó convirtiéndole en protagonista de un libro en el que ponía en su sitio a su hermano Alfonso X, no tan sabio ni tan bueno como le han pintado algunas crónicas. Tras describir prodigiosamente la corte y la sociedad del siglo XIII, Torres dio un salto en el tiempo en La profecía de Jerusalén, donde sigue los pasos a Flavio Teodosio (Teodosio el Viejo), en una novela en la que los protagonistas conspiran, luchan y aman en territorios tan evocadores para el lector leonés como Legione, el sagrado monte Teleno o Asturica Augusta.

A Cristina Peñalosa siempre le han gustado los relatos breves. Es una escritora sin prisas, que se toma su tiempo para madurar cada relato. Su última novela, La conquista del olvido, le valió el Premio de Novela de la Diputación de Córdoba.

Experta en indagar en la historia leonesa y traducirla a términos literarios, como en El velo o Astures, último bastión contra Roma, sin olvidar la novela más introspectiva ( Las fuentes de la salud ) e incluso la narración pensada para los jóvenes ( Un pueblo sin tele ni tele ), la escritora leonesa Ara Antón publicaba justo hace un año La porfía del laberinto , formado por una novela corta, La Ergástula, y cuatro relatos.

Marifé Santiago Bolaños colgó durante un tiempo la escritura para asesorar al entonces presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero en temas culturales. Sostiene Bolaños, autora de La canción de Ruth y La orilla de las mujeres fértiles que «la escritura es lo que nos hace ser seres humanos y no otra cosa».

«Yo no busco, encuentro». Con esta célebre cita de Pablo Picasso la veterana escritora Carmen Busmayor iniciaba su Mapa de encuentros, ganador del Premio de Poesía González de Lama. Busmayor también es autora, entre otras obras, de Historias de la fatal ocasión, un curioso tributo a la extensa nómina de escritores suicidas que ha dado la historia de la literatura.

Raquel Lanseros es una de las voces más importantes entre las últimas generaciones poéticas. Desde Leyendas del promontorio, su primer poemario —con el que consiguió un accésit del prestigioso premio Adonáis— a Croniria, su última producción creativa, con la que obtuvo el Antonio Machado de Baeza, no ha pasado una década. También entre las grandes voces poéticas se halla, por méritos propios, Susana Barragués, leonesa de adopción, que ha podido conjugar su curioso trabajo de analista de vientos para el desarrollo de parques eólicos, con la poesía. En el 2009 fue becada por la Universidad de Nueva York para realizar un postgrado en Escritura Creativa.

También en la nueva ‘hornada’ de jóvenes escritoras leonesas está la periodista Noemí Sabugal. Su primera novela, El asesinato de Sócrates, fue finalista del Premio Unicaja-Fernando Quiñones. Con la segunda, Al acecho , se alzó con el Felipe Trigo de Novela, ya que, en opinión de la presidenta del jurado, Inmaculada Chacón, se trata de «una obra de estilo muy firme, muy bien dibujado, con una trama argumental sorprendente, con unos personajes muy bien construidos».

Un caso curioso es el de Pilar Blanco. Veintiocho años después de haber publicado su primera poesía, la escritora leonesa afincada en Alicante presentaba hace unos días en León una antología poética que resume una larga trayectoria de poemas que le han dejado «poso» en los dedos. El título de su nuevo libro, Con la cal en los dedos, alude al residuo que deja en las manos el haber estado «trabajando y escribiendo» desde 1982, cuando recibió su primer premio.

La nómina de escritoras leonesas es amplísima, sin embargo, de momento, ninguna está en el ‘top ten’ de escritoras más vendidas y leídas de este país. En este ránking figuran ‘pesos pesados’ como Matilde Asensi, María Dueñas, Elvira Lindo, Julia Navarro, Ana María Matute -una de las tres mujeres Premio Cervantes-, Lucía Etxebarría, Espido Freire, Soledad Puértolas, Ana Rosetti, Rosa Montero o Almudena Grandes, sin olvidar a las inmortales Dulce Chacón, María Zambrano y Carmen Martín Gaite.

La mayoría sienten aversión hacia la posibilidad de que sus obras se cataloguen como «literatura feminista» o «literatura de mujer», aunque todas desean ser conocidas como escritoras.

En el 2010 la escritora Soledad Puértolas se convertía en la sexta mujer en ingresar en la RAE. Cinco mujeres -frente a más de 1.000 hombres- han logrado penetrar en el ‘feudo’ de una institución fundada en 1713 y que cuenta con 44 asientos. El dato es suficientemente revelador. Salvo las citadas superventas, las mujeres han tenido más dificultades también en la ‘empresa literaria’, aunque en las últimas décadas, fenómenos como el de las británicas J.K. Rowling o E.L. James, célebres por sus sagas de Harry Potter y Cincuenta sombras de Grey, respectivamente, permiten vislumbrar un gran avance hacia la plena igualdad.

El fichero

Hace casi una década, investigadoras de la Universidad a Distancia (Uned) creaban una base de datos on line de acceso abierto, que reúne toda la información disponible de las escritoras españolas desde la Edad Media hasta el año 1800. El proyecto, denominado BIESES (acrónimo de Bibliografía de Escritoras Españolas) reúne unas 9.000 biografías de autoras españolas. Las ‘escritoras entre rejas’, es decir, las monjas, ocupan un lugar destacado en esta nómina de autoras; especialmente, en siglos en los que la cultura era un bien escaso y de difícil acceso, excepto para las clases nobles y el clero, depositario de las grandes bibliotecas de este país.

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