Diario de León

Tras las huellas de Picasso

l Un libro en forma de cómic recrea los lugares que el genial pintor inmortalizó con su vida y su obra por la Ciudad Luz hasta 1908. Pablo, el parís de picasso Neville Rowley, Julie Birmant y Clément Oubrerie Editorial Dargaud. 127 páginas.

dos ilustraciones del libro

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javier albisu
León

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C uando bajó del tren en la Gare d’Orleans un día de octubre de 1900 junto con su amigo Carles Casagemas, Pablo Ruiz Picasso apenas tenía 19 años. Había viajado a París como enviado del periódico Catalunya Artística para escribir sobre la Exposición Universal, en la que se mostraba un lienzo suyo. Picasso nunca escribió su artículo sobre la Expo, que visitaron más de 50 millones de personas y cambió el rostro de la capital francesa. Pero gracias a aquel periplo arrancó un idilio con la Ciudad de la Luz que no se consumiría nunca.

Esa relación entre el pintor y la ciudad que le convirtió en leyenda resucita ahora en Francia a través de Pablo. El París de Picasso , un libro ilustrado con espíritu de cómic que recupera los lugares que el malagueño más universal hizo suyos entre 1900 y 1908.

Neville Rowley, Julie Birmant y Clément Oubrerie coleccionan, a través de cinco paseos profundamente documentados, las primeras huellas que el maestro cubista dejó por aquel París que estrenaba su flamante metro y donde la Torre Eiffel era casi una recién llegada.

Eran días en que la Asamblea Nacional aprobaba la separación legal entre Iglesia y Estado y el caso Dreyfus llenaba las portadas de los periódicos. En 127 páginas condimentadas con viñetas, ilustraciones, fotos de época y textos explicativos, los tres autores reinventan una ciudad que solo existe ya en los archivos. Un París donde la Orangerie aún era un invernadero poblado de naranjos, y no la pinacoteca en la que se convirtió cuando Claude Monet instaló allí sus nenúfares, a finales de la Primera Guerra Mundial.

Unas calles que rebosaban urgencia y bohemia por los cabarets de Pigalle o los rincones de Montmartre, donde Picasso instaló junto con otros artistas el legendario estudio Beauteau-Lavoir, donde gastaban sus pinceles Modigliani, Juan Gris o Van Dongen.

El libro, que invita a hacerse con una bicicleta para obedecer a sus mapas, salpica la ciudad de recodos picassianos, como el 27 de la rue de Fleurus donde vivía la escritora estadounidense Gertrude Stein, su primera gran mecenas, o el 57 de la rue de Seine, donde el poeta Max Jacob dio cobijo a su amigo Pablo.

Es el colofón de una exitosa serie de cómics —de narración más convencional— sobre las andanzas del joven artista al llegar a Francia que se inspira en los diarios de Fernande Olivier, musa de pintores y primer gran amor del cubista.

Son los años del período azul de Picasso, marcado por el suicidio de su amigo Casagemas, que se voló la cabeza por mal de amores, y de telas melancólicas y lisas como Dos hermanas o Los pobres a orillas del mar. Y de los días que siguieron y que se conocen como el período rosa, donde el malagueño retrata a arlequines y payasos anónimos y cuadros como La familia de saltimbanquis o L’acteur.

En el libro/cómic/mapa no se reproduce con nitidez ni un solo cuadro de Picasso para esquivar denuncias por derechos de autor por parte de quienes comercializan el legado del pintor más vendido de la historia.En él se recrean también aspectos de la vida más clandestina del pintor, como los fumaderos de opio que frecuentó con Apollinaire, Max Jacob, Mirbeau, Tolouse Lautrec y Modigliani.

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