Un vigoroso diario

C reo, con Harold Bloom –escribe el autor en las primeras páginas-, que sólo la lectura atenta y constante proporciona y desarrolla una personalidad autónoma; creo, con Samuel Johnson, que la literatura nos hace capaces de gozar mejor de la vida, o de soportarla mejor; creo, con Nietzche, que sólo estéticamente hay una justificación del mundo». Aunque con un bagaje muy rico y diverso Avelino Fierro recurra a una sincera humildad (quería «probarme como escribidor echándole un pulso a las palabras»), lo cierto es que este magnífico tratado de literatura y vida se convierte en uno de esos libros que a uno se le hacen indispensables por la riqueza y la belleza de sus planteamientos y enfoques. No solo son «notas de un lector agradecido a los que aquí se nombra», sino que el lector agradece la capacidad, como buen lector que demuestra ser el ‘escribidor’, de universalizar y enriquecer el pensamiento y hacer partícipes de él a los demás, porque «este diario habla de todo y, sobre todo, de la imposibilidad de no poder escribir».

Detrás de estas páginas hay muchas lecturas muy bien asimiladas, vitales, con una amplia propuesta de temas y de miras, muchas reflexiones intercaladas que nos acercan a una cultura profunda y una visión especial del mundo que, además recorre aunque a veces no sea necesario para ello más que acercarse a contemplar lo que se ve desde la ventana o en los ‘viajes’ diarios por las calles y sus circunstancias. Pero siempre la poesía y las emociones entreveradas en una y otras. El autor se muestra observador, lleno de sugerencias extraídas a veces de lo más humilde, de lo apenas perceptible o irrelevante. La fortaleza del lenguaje, preciso, rico y generoso, completa el placer global de la lectura con una prosa elegante –hay pasajes de una fuerza y una belleza magistrales-, muy atractiva por su intensaa manera de escribir. Muy personal, siempre en la originalidad de mantener el interés, tamizado, además, con la frescura del humor y la ironía, con su irrenunciable punto de vista. Y es que «el estilo –afirma- es la fidelidad al pensamiento».