Diario de León

José Manuel Zapata: "Antes que tenor fui camarero y sé lo que se sufre"

El cantante versiona un villancico con la cantante Marina y la Orquesta Filarmónica de Granada y se lo dedica al gremio de la hostelería

José Manuel Zapata. LAVANDEIRA JR

José Manuel Zapata. LAVANDEIRA JR

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"Llevo un cabreo encima...", suelta José Manuel Zapata. Y no es nada personal. "Se debe -explica- a la esperanza que teníamos de pasar una Navidad a gusto y que de nuevo no va a poder ser". A sus 48 años, este tenor granadino que ha cantado en el Metropolitan y en la Ópera de Berlín ha vuelto a sus raíces 'tuneando' un villancico de toda la vida: "Pastores venid, pastores llegad...". Lo interpreta a dúo con la cantante jerezana Marina, arropados por la Orquesta Filarmónica de Granada bajo los arreglos de Juan Francisco Padilla, en un proyecto en colaboración con Makro que han dedicado a la hostelería, "a esa  gente  que ha perdido tanto en la pandemia".

Y es que algo sabe Zapata de barras... Su padre regentaba el Pepe Toro, un bar en el Camino de Ronda de Granada, donde José Manuel estuvo "poniendo Fantas y cañas" desde los trece hasta los veintitantos años. "Yo antes que tenor he sido camarero. Y sé lo que se sufre, la resiliencia que hay que tener, que es la que ahora están demostrando los hosteleros. Porque el año pasado estábamos mal pero con la esperanza de las vacunas. Y ahora estamos exactamente igual pero con las vacunas puestas".

Todavía hay quien se acerca a Zapata y le dice: "¿Tú no eras el niño del Pepe Toro, el de la guitarra, el que cantaba a Perales?". Y sí, ese era él, mucho antes de atreverse con 'Semiramide' o 'La Sonnambula'. "Por eso la hostelería está presente en mi vida -subraya-. Siempre digo que para mí la felicidad es una caña con un amigo en un bar. Soy cervecero, aunque ahora me estoy aficionando al buen vino". De eso tiene mucha culpa el chef Pepe Rodríguez. Desde que el tenor reside en Illescas se han hecho grandes amigos. Hasta se presentó Zapata al último casting de 'MasterChef Celebrity'. "Pero no me cogieron".

-Para evitar favoritismos, supongo.

-¿Qué dices? Pero si Pepe es un capullo. Seguro que iba a por mí. Le cociné una carcamusa el año pasado y me dijo que le faltaba sal y pimienta. Yo a ese no le cocino nunca más, ja, ja, ja...

Ya se han cumplido cinco años del baipás gástrico que le cambió la vida a José Manuel Zapata. Gracias a él se quitó 65 kilos de encima. Desde entonces ha engordado cuatro. "Pero en cuanto subo uno más lo bajo de inmediato. Yo no quiero volver a aquello ni loco. Imagínate la diferencia... Era echarme 65 kilos, un hombre pequeño encima, como llevarte a Torrebruno a cuestas todo el día", ironiza. Ahora sigue comiendo de todo, pero mucho menos. Mayormente porque no le cabe. "Mi cerebro sigue siendo el de un gordo. Pero no pasa nada porque me da mucha más felicidad la salud que tengo y la libertad física de movimiento que la comida". Por eso ahora cada vez que ve a un obeso mórbido, como era él, Zapata le aconseja que se opere. "Es la mejor decisión que vas a tomar en tu vida", le dice. Y ello a pesar de las seis horas de quirófano... "Lo volvería a hacer una y mil veces".

Apenado por la muerte de Carlos Marín, "un ser extraordinario y luchador" con el que estudió canto, el tenor no está celebrando la Navidad en Illescas sino en la Alpujarra, con su mujer, Teresa, su padre y sus tíos. A Teresa la conoció a través de una conocida plataforma para encontrar pareja por internet. Y siempre cuenta que tuvo una puntería tremenda, "porque ella fue la primera con la que contacté". Zapata se había separado cuatro meses antes y quería encontrar alguien que no fuera de su entorno. "Es una compañera de viaje magnífica", asegura. Estas Navidades sus hijas (la de él y la de ella), de 14 y 10 años, no les acompañan porque les ha tocado pasarlas con sus otros padres. "En el día a día somos muy felices -recalca el granadino-. Nuestra vida, si no fuera por la pandemia, sería perfecta".

De niño Zapata era "el que hacía bromas y estaba todo el día de cachondeo, el gordito, el comilón...". Le gustaba mucho la Navidad y le sigue gustando. Amante de las tradiciones, del turrón de coco y del Jijona blando, "que para el duro ya no me dan los empastes", el granadino regresa por estas fechas a la Alpujarra, "a enchufar la raíz a la tierra, que es donde uno vuelve a ser lo que era, lo que es". Su madre falleció hace cuatro años y ahora es su tía la que cocina. Luego, a los postres, Zapata coge la guitarra y se arranca a cantar temas de Los Panchos con su tío Ricardo, que es el que afina. "Sí, porque mi padre para cantar es como el portazo de un frigorífico, suena seco, no tiene timbre -bromea-. Yo creo que en el oído he salido a mi tío".

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