Diario de León

El pecado del príncipe turbo de Dinamarca

Federico y Mary de Dinamarca reparten sus vacaciones entre Ibiza, el castillo de Grasten, la pequeña localidad de Skagen y su casa de Suiza 

La princesa Mary de Dinamarca (a la izquierda) y el Príncipe Federico. BRUNO BEBERT

La princesa Mary de Dinamarca (a la izquierda) y el Príncipe Federico. BRUNO BEBERT

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Vacaciones oficiales, extraoficiales y de incógnito. A estas tres modalidades se acogen cada año Federico y Mary de Dinamarca. Y julio es su mes. Porque en agosto al heredero de la Corona le toca trabajar, asume la regencia ante el descanso estival de la reina Margarita, la monarca más veterana -que no longeva- del viejo continente, con 51 años ya sentada en el trono. Son las monarquías las garantes de las tradiciones, transmisoras de legados. De ahí que sea en Grasten, en el florido palacio del sur del país, no muy lejos de la frontera con Alemania, que la reina Margarita heredó de su madre, donde la Familia Real de Dinamarca da el pistoletazo de salida a la época estival. En los jardines que rodean la imponente mansión se inmortalizan año a año los príncipes Federico y Mary y sus hijos Cristian, Isabel y los mellizos Vicente y Josefina.

En ocasiones se les une la reina Margarita y, cuando las cosas en la familia no eran como son ahora, también el príncipe Joaquín, hijo menor de la monarca, con su mujer Marie y sus hijos. La decisión de la reina Margarita de reducir el núcleo duro de la Casa Real y despojar del título de príncipes, desde el 1 de enero de 2023, a los descendientes de su hijo menor agitó las aguas de palacio, hasta el punto de que las navidades pasadas Federico y Mary, para distanciarse de la polémica, pusieron tierra de por medio y disfrutaron las fiestas en Australia, tierra natal de la princesa heredera consorte, a la que no viajaban desde hacía un lustro. Y la reina Margarita, por su parte, las pasó sola. Tras la tempestad llega la calma. Y la monarca de los daneses ha conseguido volver a reunir a toda la familia. La delicada operación a la que se sometió en la espalda también contribuyó a dejar atrás los desencuentros. De ahí que este sea un verano especial para ella. Solo el tiempo dirá si logra inmortalizarse con sus hijos y nietos.

La polémica por el alquiler

Quienes han exprimido al máximo sus vacaciones son los príncipes herederos. Federico y Mary, tras disfrutar unos días de sol y playa en Ibiza y Formentera, y otros en el castillo de Grasten, pusieron rumbo al norte del país, a Skagen. Allí pasaron sus vacaciones extraoficiales, sin actos públicos, pero con mucha presencia en las calles de esta localidad costera que eligieron hace ya unos años para dar paseos, hacer deporte e, incluso, bañarse en las nada cálidas aguas donde el mar del Norte se encuentra con el Báltico. De hecho, es habitual ver al príncipe turbo, como algunos apodan a Federico en su país por su afición más que conocida al deporte, luciendo cuerpo en bañador.

Después de una experiencia así, poner un pie en Suiza les tiene que parecer que están en el Caribe. Claro que, llegado a este punto, es cuando los príncipes daneses inician sus vacaciones de incógnito. Se instalan en Verbier, al sur del país, en una casa de su propiedad sobre la que corrieron ríos de tinta el día que se supo que la habían adquirido.

Fue en el primer día de colegio de los cuatro hijos de la pareja, que decidió que estudiaran un trimestre -el último de 2019- en un internado de la zona, cuando Federico explicó que el alojamiento no les suponía un contratiempo dado que disponían de una casa en Verbier. Un detalle no menor del que el Parlamento danés no tenía conocimiento. La Familia Real, por ley, no puede invertir fuera de Dinamarca sin el permiso de la cámara. A esa sorpresa inicial no tardó en sumarse una segunda: Federico y Mary alquilaban su casa cuando ellos no estaban. Según trascendió en su día, ingresaban entre 4.000 y 10.000 euros por una semana de alojamiento. El heredero al trono tuvo que zanjar, como pudo, la polémica y se comprometió de forma pública a no volver a alquilar la propiedad. La pandemia provocó que los dos años siguientes nada se supiera de esta casa a la que regresaron en el verano de 2022. La Familia Real danesa dispone también del Barco Real Dannebrog con el que la reina Margarita, acompañada de distintos miembros de la familia, visita algunas localidades del país, una tradición de más de un siglo que ni el coronavirus logró frenar.

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