Diario de León

Estados Unidos advierte a China que sufrirá «severas consecuencias» si ayuda a Rusia

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El pasado 4 de febrero, el presidente chino Xi Jinping recibió a su homólogo ruso, Vladimir Putin, en lo que se conoce ya como la Cumbre de las Olimpiadas, apenas dos semanas antes de que se abriera el telón de la antorcha olímpica. Culminó con promesas de amor eterno una amistad que se ha ido fraguando durante años, y que Estados Unidos pone ahora a prueba: Si China ayuda a Rusia a evadir las sanciones «sufrirá severas consecuencias», advirtió la portavoz de la Casa Blanca Jen Psaki, sin deletrearlas.

En 2012 China se convirtió en el mayor socio comercial de Rusia, con un intercambio bilateral que crecía al ritmo del 11% diario, hasta alcanzar los 50.000 millones de dólares. Con el paso de los años los dos líderes cocinaron juntos pancakes y bebieron vodkca mientras firmaban otros acuerdos, el último durante esa cumbre de las Olimpiadas, en la que China selló la compra de cien millones de barriles de crudo cuando Putin ya sabía que invadir Ucrania requeriría de nuevos compradores para su sector energético.

Las sanciones que Occidente impuso a Rusia por la anexión de Crimea en 2014 no hicieron más que fortalecer la relación solidificada en la construcción de gaseoductos y acuerdos comerciales que suplan el despecho europeo y las de Ucrania siguen el mismo patrón. China ya comparte 2900 kilómetros de gaseoducto, por el que recibe 16.000 millones de metros cúbicos de gas. En febrero pasado acordó la construcción de otro que suplirá 10.000 millones más. Para seguir beneficiándose de su amistad con Rusia y las ventajosas condiciones que ofrece en estas circunstancias, no hizo falta que Beijing condenase la invasión de Crimea, solo que mirase para otro lado como hace ahora con Ucrania.

En cada reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, los diplomáticos chinos hilan fino para evitar tomar posiciones y se abstienen en las votaciones de condena, pero revelan sus colores al pedir que el mundo «responda a las preocupaciones de seguridad rusas». China se postula así como «un defensor de la paz» y dice querer jugar el papel de mediador en el conflicto. Washington, sin embargo, cree que buscar sacar partido de este río revuelto.

Cortado el cordón umbilical con Occidente, Moscú se ha vuelto hacia la potencia asiática para que le sirva de tabla de salvación. Los acuerdos energéticos que tiene firmados le permitirán exportar 26.000 millones de metros cúbicos de gas natural a China, casi la mitad de los 55.000 que iba a llevar a Alemania el Nord Stream 2. «La amistad de China con Rusia es sólida como una roca», ratificó al comienzo del conflicto el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi. El martes, sin embargo, dijo no querer involucrarse en las sanciones y aseguró telefónicamente al ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, que su país busca la paz.

En el sector financiero los siete grandes bancos rusos que Europa ha desconectado del sistema Swift podrían recuperar un poco de oxígenos para recibir pagos y realizar transacciones a través del Sistema de Pago Interbancario de Cruces-Fronterizos (CIPS, por sus siglas en inglés). El sistema chino rival del Swift no le llega a este ni a la mitad, porque el año pasado manejaba una media de 13.000 operaciones diarias, frente a los 40 millones que se operan a través del Swift en 11.000 bancos de 200 países. Si ayuda a Rusia a evadir las sanciones, China podría enfrentar el mismo castigo que rechaza para Rusia en el estrado de los organismo internacionales por considerarlo «ineficaz». Pekín cree tener una economía lo suficientemente grande como para absorber un embate semejante, algo que ya demostró navegando los exabruptos arancelarios de Donald Trump. Otra cosas es que sus empresas quieran arriesgarse a que EE UU les corte el suministro de ‘software’ y tecnología necesaria para seguir operando,

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