Diario de León

La ola de calor sacude León

El cambio climático subió 0,38º la temperatura de la capital en solo diez años, la más estable de todo el país

Todas las ciudades españolas sufrieron las consecuencias del calentamiento global En Lérida aumentó casi dos grados Los expertos reclaman medidas urgentes para encarar este fenómeno

Imagen tomada ayer de un trabajador de la construcción en plena faena a pesar de las altas temperaturas que se registraron en la capital. RAMIRO

Imagen tomada ayer de un trabajador de la construcción en plena faena a pesar de las altas temperaturas que se registraron en la capital. RAMIRO

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La capital leonesa fue la que menos se calentó de España a lo largo de la última década. Tan solo sufrió un incremento medio de la temperatura de 0,38º grados centígrados entre 2011 y 2020, según acredita el informe basado en los datos de la Agencia Estatal de Meteorología y presentado ayer por el Observatorio de Sostenibilidad.

Las 52 ciudades analizadas, en las que viven más de 15 millones de personas, notaron los efectos del calentamiento global, aunque la intensidad no fue la misma en las zonas más pobladas, donde el mercurio se disparó por encima de la media, que en los núcleos urbanos con menos densidad demográfica y escasa actividad industrial. En términos absolutos, la temperatura aumentó en todo el país 0,73 grados en los últimos diez años respecto al periodo de referencia 1981-2010.

Lérida fue la que más sufrió las consecuencias de ese cambio climático. En la ciudad catalana la temperatura aumentó 1,789 grados, muy por encima de los 0,3800 que registró León o los 0,388 de Cádiz. Por debajo de la media aparecen también Oviedo (0,421), Salamanca (0,439), A Coruña (0,440), Burgos (0,495), Soria (0,533), San Sebastián (0,542), Palencia (0,626), Valladolid (0,658), Segovia (0,709) o Zamora (0,780).

En cambio, ciudades como Madrid o Barcelona se sitúan en la zona roja, con el termómetro mucho más inestable que en León al crecer la temperatura 0,921 y 1,316 grados centígrados, respectivamente. Igualmente subió de forma notable en Ávila, que anotó, con 1,172 grados más, el mayor incremento de la comunidad.

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«Las ciudades donde vive la mayor parte de la gente se están calentando mucho más que el resto del territorio y por eso es necesario actuar ya en todas y en cada una de ellas, sobre todo aumentando las zonas verdes y las infraestructuras sostenibles», señala Fernando Prieto, coordinador del Observatorio de Sostenibilidad.

En este sentido, hizo un «llamamiento a la acción de los gobiernos, empresas, organizaciones sin ánimo de lucro y sociedad civil para encarar» este fenómeno. «Es necesario adoptar medidas muy serias y muy radicales para adaptarse al incremento ya detectado del aumento de temperatura en cada ciudad, teniendo en cuenta la gran diversidad de situaciones ecológicas, económicas y sociales», advirtió el experto.

De hecho, el estudio acredita que en las capitales de provincia y ciudades autónomas notaron más los efectos de los gases de efecto invernadero que en el conjunto del país, donde la temperatura subió de media 0,58º centígrados. Influye que en los últimos 30 años se duplicó la superficie urbanizada —sobre todo con polígonos industriales o comerciales—, lo que disparó, sobre todo en las grandes capitales, la llamada «isla de calor». Esta figura climática es la que hace que la temperatura en el centro de Madrid pueda ser hasta ocho grados mayor que en la periferia por el calor que absorben por el día y desprenden por la noche el hormigón y el asfalto.

Los expertos advierten que si no se toman medidas drásticas para contener el calentamiento urbano —recorte de emisiones, aumento de zonas verdes, y energías alternativas— las temperaturas de las capitales españolas podrían subir para 2050 otros 2,6 grados de media, con incrementos superiores en buena parte de la mitad sur del país.

No obstante, los autores de este informe reconocen que «los elevados precios de la electricidad son un grave problema». Recomiendan a los gestores municipales que planten más árboles y ganen espacios ajardinados al cemento. También que pongan más fuentes. «Hay que diseñar las ciudades para favorecer la circulación del aire, incluyendo en cualquier planificación los riesgos climáticos», apuntan en el estudio, que también subraya como el «calor extremo es una amenaza para la salud pública, pero existen soluciones a corto y largo plazo para adaptarse a un futuro cada vez más cálido», concluye.

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