Diario de León

MEDIO SIGLO DE LUJO

Cuando San Marcos se convirtió en hostal

El Parador cumple medio siglo desde que Franco inauguró la reforma en la que se invirtieron 477,4 millones de pesetas

Franco y su mujer Carmen Polo en San Marcos, el día de su inauguración como Parador

Franco y su mujer Carmen Polo en San Marcos, el día de su inauguración como Parador

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ELENA F. GORDÓN | LEÓN
León

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«Este antiguo hospital y convento, joya del plateresco, es el suntuoso Hostal de San Marcos de León; reedificado por el Instituto Nacional de Industria a través de su Empresa Nacional de Turismo. Su excelencia el jefe del Estado y su esposa presiden la inaguración oficial con los ministros del Gobierno y autoridades». Así arrancaba el Noticiario Documental (NO-DO) del 2 de agosto de 1965, conservado en los archivos de Radio Televisión Española.

La crónica relataba que el Parador de Turismo era «uno de los más refinados establecimientos hoteleros de Europa, con todas las comodidades que se pueden brindar al viajero o peregrino sin haber perdido su sabor histórico» y señalaba que «quizá en alguna de sus 272 cámaras doble dotadas de clima artificial y de los más modernos servicios complementarios estuvo la celda de Quevedo, que pasó preso cuatro años en este lugar por orden del Conde Duque de Olivares».

El informativo televisado de la época dedicó un amplio espacio a la apertura de una de las joyas patrimoniales y turísticas de la ciudad, en cuya ejecución parece que tuvo mucho que ver el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, vinculado familiarmente a León, donde nació su esposa, y firme impulsor de un proyecto que dotaría a la ciudad de un gran hotel de lujo gracias a una inversión millonaria.

Pero el camino para lograr lo que hoy es uno de los buque insignia de la Red Nacional de Paradores de Turismo no fue fácil. La petición hecha por el Ayuntamiento de León en 1961 a la Comisión Municipal Permanente (CMP) de «construcción o habilitación de un Hostal, en el edificio de San Marcos y terrenos colindantes» argumentando entre otras cuestiones la escasez de plazas hoteleras de la ciudad, su estratégica situación en el Camino de Santiago y la proximidad de un Año Jaboceo, recibió un informe negativo e incluso se podría decir que algo ofensivo para la ciudad.

Así, la Presidencia del Gobierno respondió que el Ministerio de Información y Turismo consideraba que no eran necesarios más alojamientos en la ciudad, al menos de momento, por ser suficientes los que tenía en funcionamiento la industria privada. Añadía, en consideraciones similares a las aplicadas para Burgos —que también aspiraba a contar con dicho Hostal—, que la propuesta correspondía a una zona turística «deficitaria durante un periodo de ocho o diez meses al año, pues aunque interesante y pintoresca es sumamente fría e inhóspita, por lo que no invita al desarrollo del turismo más que en verano». El Sindicato Provincial de Hostelería reaccionó formalmente a ese informe desfavorable.

Parece ser que la llegada de Fraga Iribarne al Ministerio de Información y Turismo dio un giro radical a las previsiones. El informe del arquitecto de la obra, Fernando Moreno Barberá, recogido en la tesis doctoral de su hijo Fernando Moreno Barberá von Hartenstein refleja que las labores de ejecución se desarrollaron durante 17 meses «trabajando en dos y tres turnos, a temperaturas bajo cero». Las dificultades de cimentación, la gran incidencia de la mano de obra en un momento de subida del salario mínimo, la restauración del claustro y la iglesia ajenas a la explotación hotelera, la necesidad de inaugurarlo en una fecha fija —el 23 de julio, antes del día de Santiago— justificaron una fuerte desviación presupuestaria, ya que de los 229,6 millones de pesetas previstos inicialmente se pasó a 477,4.

En sus 50 años de vida, el Parador ha evolucionado al mismo ritmo que la sociedad. Cuando abrió sus puertas la facturación de los pocos clientes que podían permitirse alojarse en él, quizá una veintena, era suficiente para mantener a una amplia plantilla de unos 270 trabajadores, entre los que había categorías impensables hoy en día como un cafetero, encargado exclusivamente de preparar el café, un zumero para hacer los zumos, un ascensorista, un botones... diferentes puestos muy específicos. En la actualidad, la plantilla ronda los 120 empleados de media, según señala el director del Parador, Agustín Martínez.

En medio siglo también ha variado mucho el perfil del cliente del Parador. Cada vez hay más internacionales y si el pasado año el 51% fueron españoles y el 49% extranjeros, este año se espera que los foráneos supongan ya más que los españoles, «incluso con el despertar el mercado nacional que estaba inerte», destaca Martínez. El mercado americano aporta buena parte, junto a Japón, Reino Unido, Benelux y Alemania, entre otros. Ya en territorio de España, son Cantabria, Galicia, Castilla y León y Madrid —que absorbe el 60% del público— las comunidades que destacan. Entre quienes eligen San Marcos para acompañar su estancia en León, cabe diferenciar los que disfrutan vacaciones de verano, los viajeros de fin de semana, que son gente de todas las edades, y los clientes de domingo a jueves, que suelen ser personas jubiladas, con buen poder adquisitivo.

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