Diario de León

Del desmán ibérico al mejillón de río

La canalización hidráulica llegó a cobijar a 20 especies de anfibios y 40 de aves en su esplendor, incluso a madreperlas que viven más de un siglo

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León, origen del castellano con la Nodicia de Kesos ; propulsor de la Democracia con las primeras Cortes abiertas al pueblo; y quizás custodio del caliz de Cristo, podría también albergar el secreto de la eterna juventud ligado a la Presa del Bernesga. En este humedal ‘florecieron’ mejillones de agua dulce, toda una rareza llamados también náyade o madreperla de río (Margaritifera margaritifera). Unos moluscos bivalvos que pueden llegar a superar el siglo de vida y los 12 centímetros de longitud.

Su hábitat natural se localiza en los fondos de arena, grava o cantos rodados de los cauces con aguas claras y limpias, bajas en calcio y escasa corriente. Por eso encontraron en esta histórica acequia un buen asentamiento. El 90% de esas poblaciones se han extinguido en el país, pero el presidente de los regantes de la zona, Pedro Fidalgo, los ha llegado a conocer. Su presencia indica que el ecosistema en el que habitan está en buen estado de conservación ya que se alimentan al filtrar diariamente hasta 50 litros de agua. «El cauce de la presa no tiene nada ahora, sólo lo que recoge de los regueros de Sariegos, es la ruina para la fauna del humedal», lamenta. No sólo para alguno de estos mejillones eternos que pudieran quedar escondidos en la canalización, sino para los cangrejos autóctonos, los patos salvajes e incluso algún mamífero. «En el Pradillo de San Andrés antes se veían bastantes corzos y yo creo que con esta sequía se han ido a otra zona. La Presa del Bernesga llegó a tener 20 especies de anfibios y 40 de aves, habría que intentar recuperarlos, es algo que no debería perderse y necesitamos la ayuda de las administraciones para impulsar un proyecto que salve esta canalización histórica y la vida ligada a ella», insiste.

El humedal también atrae al desmán ibérico o rata de agua, espantado ahora al faltar el agua. Una situación que afectará, además, a los pozos de consumo humano de la zona, según estima Fidalgo. «A ver si entre todos y con esa reunión del día 27 a la que espero que acudan al menos 50 representantes de los municipios por los que atraviesa la presa podemos concienciarnos y concienciar a las administraciones para que se salve». La presa ya ha superado baches relacionados con las inclemencias del tiempo, la presión urbana y hasta derribos. En noviembre de 2014, cuando cayó el último ‘bastión’ de la emblemática harinera Santiago Alfageme y Cía, una chimenea de ladrillo de 25 metros construida en 1904, la acequia se salvó. El derribo tiró la máquina de vapor que pretendía suplir las carencias de energía de la fábrica cuando el cauce de la presa del Bernesga que cruza las instalaciones era escaso. Las cizallas, sopletes y excavadoras derruyeron toda la arquitectura industrial y sólo se libraron los muros, atavías y compuertas del conjunto hidráulico sobre la acequia que sangra el Bernesga por expreso deseo de la propiedad.

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