Diario de León

Edificios que generan riqueza

Antenas de telefonía, focos para iluminar monumentos o anuncios publicitarios en fachadas originan ingresos de hasta 8.000 euros a las comunidades de vecinos.

Un edificio con publicidad en la zona de Santa Ana.

Un edificio con publicidad en la zona de Santa Ana.

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PABLO RIOJA | LEÓN
León

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Surcan los cielos para dotar de cobertura a cientos de ciudadanos, prestan su cara como reclamo publicitario o actúan desde un segundo plano para mayor gloria del patrimonio histórico de la ciudad. Son antenas de telefonía móvil, anuncios de publicidad y focos para iluminar monumentos como la catedral, San Isidoro o el Palacio de los Guzmanes. Todos ellos se extienden por decenas de edificios de la capital dotando a los propietarios de una cuota fija que en muchos casos salva o palía las cuentas de una comunidad de vecinos. E incluso se convierten en una fuente de ingresos secundaria para muchas familias.

Por tener una antena de telefonía móvil en la azotea de un edificio de la capital, las compañías pagan entre 6.000 y 8.000 euros al año, según ha podido saber este periódico. Una cantidad que se divide en cuotas iguales entre cada uno de los propietarios y que suele destinarse al pago de los tributos comunitarios. En el caso de los anuncios de publicidad que forman parte de algunas fachadas —como los que pueden verse en Alcalde Miguel Castaño, Padre Isla o en la Avenida Antibióticos, entre otros— el precio oscila entre los 500 y 700 euros el metro cuadrado al año. En cuanto a los focos colocados en techos, fachadas e incluso balcones de edificios para iluminar otras construcciones, se pagan hasta mil euros al año, aunque en este caso no todos los que se extienden a lo largo y ancho de la capital leonesa dejan beneficios.

Lo que más puede verse en León son antenas de telefonía, un negocio que experimentó su mayor crecimiento a principio del siglo XXI y que continuó al alza hasta hace cinco años, pero que sin embargo en la actualidad tiende a decrecer, según remarcan algunos expertos en la gestión de fincas. Los problemas legales de algunas de ellas y el rechazo de numerosos vecinos —por miedo a que produzcan problemas de salud— ha hecho que su presencia se reduzca. Una de las últimas en retirarse fue la antena ubicada en el barrio de la Torre porque incumplía la ordenanza que exige que el edificio en el que se coloca la instalación radioeléctrica debe tener una altura superior a los edificios afectados en un radio de 18 metros.

Existen asociaciones de afectados por las antenas de telefonía que mantienen una guerra sin cuartel desde hace años con las grandes compañías. Alegan posibles peligros por sus radiaciones, e incluso han llegado a denunciar casos de cáncer. Las empresas instaladoras, por su parte, tranquilizan a la población explicando que la onda electromagnética que producen pierde su potencia de forma casi instantánea y siempre antes de atravesar las paredes.

Sea como fuere, lo que sí parece claro es que suponen un ingreso extra para numerosas comunidades de vecinos de León cada año.

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