Diario de León

Laura Cordero pide no rasear más «por calle Melancolía»

Los versos llenan el pregón oficial de la Semana Santa de León

Fernández, Beatriz Jarrín, Diez, Cordero y el obispo, al final del pregón. FERNANDO OTERO

Fernández, Beatriz Jarrín, Diez, Cordero y el obispo, al final del pregón. FERNANDO OTERO

León

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La pregonera de la Semana Santa en León, Laura Cordero, conminó a León a «no volver a rasear por calle Melancolía « porque es preferible «sentir siempre al hombro en la calle Ancha o en La Rúa»

Cordero pronunció ayer el pregón oficial, en un acto encabezado por Manuel Ángel Fernández, presidente de la Junta Mayor de la Semana Santa de León, José Antonio Díez, alcalde de León y el obispo de la Diócesis, Luis Ángel de las Heras. La aportación musical corrió a cargo de Héctor Viñuela, saxofonista y cantante, y Pablo Geijo, compositor y director de orquesta.

«Como decía Joaquín Sabina, vivimos en el número 7, calle Melancolía. Esa calle donde durante dos primaveras enteras se juntaron muchos papones», parafraseó en el prolegómeno de un emocionado recuerdo de familiares, amistades y vivencias. «Cuando las circunstancias nos separan de aquello que tanto amamos, la memoria y el recuerdo se hacen compañeros inseparables de viaje», dijo. «¡León! No queremos volver jamás a rasear nostalgia en esa calle llamada melancolía sino a sentir siempre al hombro en la calle Ancha o en La Rúa», dijo la pregonera escoltada en el escenario por María del Dulce Nombre, que vestía la saya nueva donada por hermanas anónimas de la única cofradía exclusivamente femenina de la ciudad.

“¿Qué tendrá nuestra Semana Santa?”, se preguntó la pregonera, “que cuando la vida y sus circunstancias te alejan de ella te cuesta hasta respirar. Deambulas como un suspiro sin boca, como broche sin mantilla que prender, por las callejuelas de la memoria. Ávido de recuerdo. Impaciente, buscando ese alivio que rebaje el peso de la añoranza que cargas a la espalda, como si fuera el mismo madero de Cristo. Buscas nervioso en cada uno de esos cajones forrados con vivencias. Desvencijados por el paso del tiempo, imágenes, sonidos, aromas que borren el perfil de esa nostalgia que rasea».

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