Diario de León

León es ya el Viejo Reino de los Cielos

Millares de personas presencian en las calles de la capital la muestra iconográfica andante de la Semana Santa local, con una procesión que marca el cúlmen de los actos; los traslados de vuelta pusieron la guinda

La Exaltación, del Dulce Nombre de Jesús. MIGUEL F.B.

La Exaltación, del Dulce Nombre de Jesús. MIGUEL F.B.

León

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Fue la emoción de llegar a la Catedral de frente. Fue pasar por la calle Ancha mucho más abarrotada que cualquier Jueves Santo, cuando La Cena baja en vez de subir como ayer. Fue el gentío de Ordoño apilado en gradas extensibles, cual si de un acontecimiento deportivo se tratara. Fue el paso por el puente de Los Leones, disimulada la inoportunidad de las obras por la disposición de quienes quisieron ver pasar el Señor y su cohorte catequética en 22 capítulos de los Evangelios. Fue la emoción de abandonar la estación de partida rumbo a la nueva recta que se erige en futura rampa de salida para más apuestas. Fue el dispositivo perfecto de media docena de pasos ya alineados en sus puestos treinta minutos antes de la orden de salida. Y fue el Viejo Reino, por una tarde, el Reino de los Cielos. Y por todas las que quiera, que el porvenir está por escribir.

León se dio un homenaje popular y sacó a la cale millares de personas y de papones para celebrar tanto el Encuentro Nacional de Cofradías (una excusa) como el retorno a los abrazos, a los achuchones, a la puja compartida y al calor cercano. El que recomiendan las escrituras: «Amarás al prójimo como a ti mismo».

No se cumplió el mejor de los horarios. Ni el peor tampoco. ¿Y a quién le importaba el reloj? Ayer era tiempo de silencio y de disfrute. De calor (....) y de Pasión. Y seguramente también de pasión. «Amaos los unos a los otros».

Salió el piquete a caballo de la Guardia Civil. Le siguió La Ronda de Minerva. Continuaron trayecto los guiones y banderas. Y las túnicas hicieron negra una vida de color de rosa. ¿Quién quisiera dos semanas santas al año?.

Fue con la misma expectación del Viernes de Dolores, pero sin la Virgen del Camino. Con el mismo candor del Sábado de Pasión, pero sin Vía Crucis. Con la misma entrega del Domingo de Ramos, pero sin el Dainos. Con las mismas hileras del Lunes Santo, pero sin aburrimiento. Con el mismo viaje a la Catedral que en Martes Santo, pero sin el acto del Perdón. Con el mismo entusiasmo que el Miércoles Santo, pero sin La Amargura. Con los mismos caballos que en Jueves Santo, pero sin pregón. Con la misma entrega de los hermanos de Jesús del Viernes Santo, pero sin La Flagelación. Con el mismo Camino de la Luz que el Sábado Santo, pero sin vigilia. Con el mismo júbilo que el Domingo de Resurrección, pero sin palomas. Con el mismo sentido que la Semana Santa de siempre. Pero como nunca.

Para el recuerdo los cientos de momento íntimos que dejaron los diferentes estadios de la procesión. Y para mejor contar a posteriori, los traslados de regreso de la procesión a los puntos de destino, excedidos en el tiempo de lo que las buenas casas cristianas recomendaban antes y de los que habilitan los procesos de impresión de la prensa escrita permiten ahora. Era ya bien entrada la madrugada cuando muchas túnicas rondaban aún el Caso Viejo de la capital.

La victoria de La Victoria

Tiempo de reconciliaciones. El de las agrupaciones musicales, bandas de música y bandas de cornetas y tambores, que ejercen una de las labores más necesarias en cualquier procesión, contrapuesta a la dedicación callada que los ensayos del año exigen. Y entre todos los casos, uno señalado especialmente: el de la del Santísimo Cristo de La Victoria. Su desencuentro con León duele y es necesario recuperar la formación a los términos de participación que tuvo antaño. Porque para los que saben de corcheas y sostenidos, es probablemente una de las mejores formaciones de la latitud norte del país.

La tarde noche ventosa sesgó parte del reclamo turístico que buscaba el evento. Más de dos horas en pie en un mismo punto con el aire metiendo los pelos en la cara son penitencia que no está escrita para los que acuden a ver a quienes sí se declaran voluntarios del sacramento. Al menos del tercero, que el primero (bautismo) esquivó las previsiones de la meteorología y se quedó para esas tardes de primavera, ahora que el verano dijo ayer adiós al calendario.

Tres años después, el Encuentro Nacional de Cofradías llama a la puerta de la hemeroteca. Hoy será tiempo de rememorar cómo el cielo a veces está a veintidós pasos de la tierra. Sea la paz con León y con su espíritu.

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