Diario de León

MARÍA JOSÉ ÁLVAREZ MEZQUÍRIZ presidenta del Grupo eulen

«Mi padre no entendió la pelea familiar, aunque sí la perdonó»

María José Álvarez, en el homenaje a su padre ayer en el Colegio Peñacorada. FERNANDO OTERO PERANDONES

María José Álvarez, en el homenaje a su padre ayer en el Colegio Peñacorada. FERNANDO OTERO PERANDONES

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MARÍA J. MUÑIZ | LEÓN

«Mi intención es venir cada mes o mes y medio a León y a Crémenes, aunque la agenda depende de los muchos viajes que tengo que hacer. No quiero perder el contacto con mi pueblo». El refuerzo de su vinculación con la provincia, tanto desde el punto de vista empresarial como social y cultural, es uno de los objetivos que se marca la recién nombrada presidenta del Grupo Eulen. Pero pide tiempo. «Papá falta hace cuatro meses, yo he asumido la presidencia hace un mes,... Todo el mundo debe respetar el tiempo que ahora pido». María José Álvarez Mezquíriz visitó ayer León por primera vez como presidenta del imperio empresarial levantado por su padre, David Álvarez (fallecido el pasado mes de noviembre); que tiene más de 84.000 empleados repartidos por 14 países, está impulsando sus proyectos internacionales y factura unos 1.400 millones de euros al año. Licenciada en Derecho, diplomada en Derecho Comunitario por la Universidad Católica de Lovaina, máster en Comercio Exterior por el Instituto de Empresa, ha vivido la realidad de la compañía que ahora preside desde la base. «Llegué con 25 años y todos mis títulos y le dije a mi padre que quería trabajar en la empresa. Me tuvo dos años haciendo estadísticas sobre absentismo». Desde ahí fue creciendo en conocimiento y experiencia, y ascendiendo en la dirección del grupo que preside desde febrero. Habla con la misma naturalidad de sus constantes viajes por el extranjero que de las escapadas a la montaña. «Nací en Bilbao, pero he pasado mis veranos en Crémenes. Yo también tengo pueblo».

—Su vinculación a León ha sido tanto personal como empresarial, ¿qué proyectos tiene ahora para con la provincia?

—Yo comencé el proyecto de Carnes del Esla, una aventura que llevé desde el principio y aquí tengo muy buenos amigos de ese proyecto, desde ganaderos a políticos y veterinarios. Lo pasé muy bien aquí. Ahora tengo mis proyectos para la provincia, pero es precipitado adelantarlos. He asumido la presidencia del Grupo Eulen antes de lo previsto. Quería hacerlo en la junta general de junio, pero ante una situación de incertidumbre para algunos decidí dar el paso. Mi pretensión es no mover ficha antes del verano, darme un poco de tiempo y de calma, asumir muchas cosas, entre otras la falta de mi padre, que es muy importante.

—¿En los proyectos del grupo en su conjunto también se va a dar un tiempo?

—En esos proyecto ya estaba desde hace tiempo. En los últimos siete años mi vinculación con mi padre ha sido enorme, tanto a nivel personal como profesional. Todo el crecimiento internacional es algo que teníamos hablado, y que hemos ido madurando y desarrollando desde hace tiempo. Es seguir con un proyecto que ya está iniciado, quizá impulsarlo, pero con los mismos principios anteriores.

— ¿La parte más difícil es ahora resolver el enfrentamiento entre los hermanos?

— Hay que dar tiempo al tiempo. Son problemas que están enquistados y habrá que darles solución. Y yo no me aparto de esa opción, no quiero ser beligerante ante cosas sin importancia. Pretendo sobre todo tener paz, porque tengo otras obligaciones.

—Se ha hablado de que en los últimos días de vida de David Álvarez se produjo un acercamiento con los hijos con los que se produjo el enfrentamiento (cinco de sus siete herederos).

—No. Se ha comentado pero no es cierto. Yo sé que él les perdonó, porque era su padre. Y además es algo que le aplaudo. Pero creo que mis hermanos no supieron recibir ese perdón. Es un tema muy personal, por supuesto no voy a entrar en ello.

—¿Estas diferencias fueron lo más duro de la vida de David Álvarez?

—Sin ninguna duda. Porque además nunca lo entendió. Nunca entendió por qué esa agresividad, esa intolerancia, ese permanente ataque. Pero son temas muy personales, yo tengo mi opinión y la guardo para mi. Yo sé cómo tengo que actuar, y eso es lo que he hecho.

—A través de la sociedad Daval controla el 60% de las acciones del grupo, ¿cuál va a ser su actuación a partir de ahora?

—El Grupo Eulen va a seguir exactamente igual, porque sus principios son los mismos. Nuestro decálogo de valores no ha cambiado, y tanto los principios tanto éticos como empresariales se mantienen. No con intención de seguir sin más, sino porque estamos convencidos de ello.

—¿Se está preparado alguna vez para asumir una empresa de estas dimensiones?

—Creo que te vas preparando sin darte cuenta. ¿Algún día estás preparada para ser madre? No, hasta que das a luz un niño. En la empresa vas aprendiendo, encaminándote, tomando decisiones. Sólo que hasta ahora yo tenía un paraguas al que llamaba para consultar. Mi padre siempre me aportaba algo, hasta el último día tuvo una claridad mental impresionante, hasta el último momento pude consultarle decisiones. Era una persona que estaba muy cercana a la empresa. Ahora tengo que hacer lo mismo, pero ya no puedo llamarle por la noche para consultarle. A eso también se aprende.

—Después de tantos estudios, los siete años mano a mano con su padre también fueron todo un máster empresarial.

—Un máster enorme, que había empezado mucho antes. Tuve un padre y una madre que me dieron todas las oportunidades. Y me inculcaron también la vinculación con León. Durante años, en El Molino, la casa familiar de Crémenes, se han construido muchos proyectos de esta familia, no sólo empresariales sino sociales y culturales. Mi padre era un hombre que tenía mucho peligro cuando venía de vacaciones. Y ese compromiso se va a mantener. Con los proyectos que ya existen, como el Colegio Peñacorada, y otros. Tengo mis proyectos para León, pero ahora necesito un poco de tiempo.

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