Diario de León

| Reportaje | Mañana, día del Domund | PABLO GALLEGO COTO, 32 AÑOS EN ECUADOR

Un millar de manos de ayuda «Mi vida está hecha allí»

La diócesis de León tiene 576 misioneros en el mundo. Pilar González González, pese a sus cien años, continúa su labor

Pablo Gallego Coto es misionero destinado en Ecuador

Pablo Gallego Coto es misionero destinado en Ecuador

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Rosa Martín R. Martín - león león
León

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Pilar González González es la más veterana, nacida en Peredilla de Gordón hace cien años, de los 576 religiosos y seglares leoneses distribuidos como misioneros en los cinco continentes. Ella encabeza un listado que incluye a seis obispos, 17 sacerdotes seculares o a dos seglares, pero que se caracteriza por ser un ejemplo de vida dedicada a los demás. Mañana, son protagonistas ya que la recaudación que se logre en las parroquias de León se destinará a financiar los proyectos que llevan a cabo. La campaña de este Día del Domund, Domingo Mundial de las Misiones, aparece bajo el epígrafe «Es la hora de tu compromiso misionero» y trata de concienciar de la necesidad de colaborar para atender las «necesidades materiales de quienes trabajan en la misión». Según el listado facilitado por la Delegación Diocesana de Misiones, los misioneros leoneses tienen una edad media que supera los sesenta años y están distribuidos por más de cincuenta países, con una especial presencia en toda América latina, donde se encuentran 466 de todos los religiosos naturales de la diócesis de León. La presencia de estos misioneros es especialmente llamativa en países como Venezuela, Argentina o Puerto Rico pero no deja de haber algún representante religioso nacido en la provincia en cada país del continente americano. El catálogo de misioneros refleja el envejecimiento de la comunidad religiosa nacida en la provincia y es que la mayoría de los religiosos desperdigados por el mundo nacieron en la primera mitad del siglo. El contrapunto a este listado lo pone el joven marista José Luis Rodríguez Fernández, nacido en Puente Almuhey hace 31 años y destinado en la población de Machiques, en Venezuela. El último cambio producido en el listado afecta a Adela González Rodríguez, la misionera camboniana nacida en Tejerina, ha abandonado la «seguridad» de una misión en México DF por el trabajo en Sudán, una zona que vive una guerra tan dura que incluso Naciones Unidas ha renunciado en ocasiones a eliminar el reparto de víveres entre los refugiados por motivos de seguridad. Ella es la última se sumarse a una lista de sesenta religiosos que han optado por África como destino para su misión. Están repartidos en veinte países desde Mozambique hasta la República del Congo pasando por Tanzania o Zambia. En Europa, los misioneros procedentes de la diócesis de León están presentes en siete países desde el Reino Unido hasta Italia haciendo un recorrido que les lleva por Francia, Portugal o la República Checa. En Oceanía la presencia es testimonial ya que sólo se halla allí un misionero procedente de León; está en Papua Nueva Guinea. China, Taiwán, Filipinas, Japón y, especialmente, India cubren el restante listado de destinos de los misioneros leoneses. Actualmente, hay en el mundo más de 15.000 misioneros españoles, más del 55% de ellos mujeres. Los datos facilitados por la Conferencia Episcopal revelan que el 69,11% de los misioneros son religiosas, el 16% religiosos, el 11% sacerdotes y el 3% laicos. En cuanto a las cifras económicas de su tarea, demuestran que a través de las misiones españolas se han cursado al continente africano más de 2,6 millones de euros en el año 2003, 2,9 millones a América y casi 500.000 euros a Oceanía. Mi vida está hecha allí es la primera frase que Pablo Gallego, un carmelita de 58 años de edad, pronuncia al iniciar la conversación. Una de las últimas es: «Nunca sabe uno lo que hará, pero hay tanto que hacer allí». Entre estas dos sentencias, una larga charla en la que, a veces emocionado, va describiendo cómo es su trabajo en Ecuador, en una zona fronteriza con Colombia, en la que lleva más de 32 años destinado. Las palabras que más repite son acompañar, ayudar y concienciar (concienciar) y en ellas se resume su tarea y la que la Iglesia hace allí. Trabaja con otros dos religiosos y dos monjas atendiendo a una provincia, Nova Loja o Lago Agrio, en la que hay más de 160.000 habitantes muchos de ellos con problemas de desnutrición, falta de recursos económicos y problemas de salud generados por condiciones de vida infrahumanas. Buena parte de su labor consiste en organizar a los indígenas (cinco etnias diferentes) en colectivos para hacer más libres. «La Iglesia está muy presente en la vida de las personas, queremos que les ayude a liberarse de las contradicciones que tienen», explica. Contradicciones que nacen por la colonización de las grandes compañías petroleras y por la invasión «moderna» que han vivido los indios. Menos caza y pesca, contaminación, nuevas enfermedades y la invasión de una economía de mercado a la que los indios no pueden acceder pero que les hace envidiar aquello que no pueden lograr, es el panorama que cada día se encuentra Pablo Gallego Coto. Pablo nació en León capital aunque su familia procede de Valderas y de la comarca de los Oteros. Trabaja ahora con los indios shuaras (despectivamente conocidos como jíbaros). Viven en comunas de 20 o 30 familias disgregados por una selva tropical, fronteriza con Colombia, en una zona tremendamente peligrosa. «Es una zona de conflicto grave, un lugar complicado para la Iglesia porque nos respetan pero es muy molestoso», apunta el religioso. Además de enfrentamientos entre la guerrilla, el ejercito y los paramilitares, la actuación del Gobierno colombiano fumigando para acabar con las plantaciones de coca ha hecho casi imposible la vida en la zona. Para Pablo Gallego esto es sólo una circunstancia más: «Realmente es un lugar complicado donde la Iglesia tiene que estar siempre alerta porque Dios habla a través de los acontecimientos de cada día». El idioma, las grandes diferencias culturales (que les llevan a creer que la enfermedad está provocada por la brujería) y las grandes distancias sin vías de comunicación dificultan aún más la tarea pastoral. Llegar a un poblado puede suponer un día de viaje combinando el autobús, la canoa y el caminar. La falta de medios es espeluznante más de 500.000 niños ecuatorianos están sin escolarizar debido a la pobreza de sus familias que han de ponerles a trabajar. Por ello, entre las tareas que realizan hay tres escuelas, dispensarios médicos y asociaciones de todo tipo, se trata de crear un entramado social fuerte que permita, entre otras cosas, fiscalizar la actuación de instituciones y de las compañías petroleras que cada día extraen de la zona 400.000 barriles de petróleo sin, muchas veces, compensar a los campesinos o indígenas por ello.

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