Diario de León

Las palomas se ceban en León con las terrazas

Hosteleros y vecinos reclaman al Ayuntamiento un mayor control ante el aumento exponencial registrado a partir de la pandemia

El aumento de las terrazas con la pandemia ha provocado la proliferación de las palomas en las zonas de bares. JAVIER FERNÁNDEZ ZARDÓN

El aumento de las terrazas con la pandemia ha provocado la proliferación de las palomas en las zonas de bares. JAVIER FERNÁNDEZ ZARDÓN

León

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Han llegado hasta a dar nombre popular a una de las plazas más céntricas del casco histórico, pero nunca han sumado una legión tan importante. Ni siquiera cuando la tradición llevaba a los niños con una bolsina de arroz hasta San Marcelo, en cuyo tejadillo de la iglesia se alineaban marcialmente para lanzarse al reclamo de la comida, se avistaron tantas. Ahora, con la ciudad convertida en una gran terraza para dar salida a las restricciones interiores de los bares, las palomas se han multiplicado hasta convertirse en un problema para el que hosteleros y vecinos reclaman un mayor control.

Mientras se multiplican de manera exponencial, beneficiadas por el aumento de la comida disponible en la calle, el Ayuntamiento de León mantiene los mismos medios que en los últimos años: 16 jaulas para atraparlas y un acuerdo con una empresa palentina que, con periodicidad semanal, acude a las instalaciones del mercado municipal de ganados para llevárselas con destino a la repoblación de palomares, una vez seleccionadas. Pero no dan abasto para atender todos los requerimientos. Ni en el caso de los avisos de particulares que solicitan ayuda para acabar con los anidamientos en sus propiedades, ni mucho menos con las casas abandonadas que las palomas convierten en feudos y en las que los operarios municipales no pueden entrar sin un permiso previo de los titulares del inmueble; el último de ellos el que fue derribado en la plaza del Padre Severino Ibáñez, en el barrio que curiosamente se bautizó en su día como La Palomera.

Pese a estos condicionantes, que no se dan en el caso de los estorninos, para cuyo control hay un contrato con una empresa especializada, cada mes se superan con creces el centenar de capturas. El resto se ceba a gusto.

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