Diario de León

Infraestructuras

El proyecto del puente que Adif se propone refundar en Trobajo cumple mañana 64 años

Historia del decreto Ley que desvió el tren de la calle Azorín, y del paso elevado de la N-120 que se va a reflotar

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León

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El tiempo de Trobajo del Camino quedó anclado en torno a un terraplén de 70.000 metros cúbicos de tierra que sujeta un puente, con un proyecto que mañana cumple 64 años; el tiempo de Trobajo se planificó con membrete del Ministerio de Obras Públicas, para sustentar una variante de la carretera de León a Astorga.

La actuación se impulsó mediante un decreto Ley, de 28 de junio de 1957, y dejó al aire las pretensiones de la época, dirigidas a eliminar las trabas para la expansión de la ciudad al oeste; así, se descartó construir el puente en la intersección de la Avenida de Quevedo con Azorín, y se derivó el salto esos centenares de metros al oeste. La unión de vías de León a Gijón y La Coruña, a la salida de la estación de León, es la leyenda que cuanta con un enunciado particular en el archivo histórico de la obra ferroviaria. El resto, está sobre el terreno, y Adif amenaza con darle una segunda vida, una nueva larga vida, con esa intención declarada de derribar el paso y reconstruirlo para que el gálibo vertical alcance el nivel exigido por la normativa que rige con los trenes de alta velocidad; el enganche de la catenaria , a 5,10 metros de altura, lo que se traduce que la corona del nuevo puente debe oscilar entre 6,50 o 7 metros de altura. Esto, entre bloques de viviendas.

Tierra de por medio

70.000 metros cúbicos de tierra sostienen el puente; una montaña entre Trobajo y León

El resto, es parte del dibujo que se planificó en 1957 y se estrenó con la década de los sesenta: «La variante con una curva de cuatrocientos metros de radio y 215 metros de desarrollo, con una alineación recta de 531 metros para enlazar en el kilometro 124,300 de la línea de Palencia a La Coruña con una curva de 400 metros y 42 de desarrollo» ... «El ancho de este desvío de carretera es de 12 metros, con un firma de 10.50 metros para tres bandas de circulación de 3,5 metros y paseos de 0,75 metros; por la altura de los terraplenes se instalarán vallas metálicas para la protección del tránsito ...»

Los archivos se revuelven como lanzas contra al plan de Adif de derribar el puente y chocan contra los avances de la ingeniería que en pleno avance del siglo XXI ofrecen soluciones bien distintas al del salto de la vía sobre una montaña artificial de 70.000 metros cúbicos de tierra, que serán más, hasta satisfacer el volumen que requiere el perfil del paso de la alta velocidad. También se vuelve el propósito de la intervención de Obras Públicas, que era proteger el crecimiento urbano de la ciudad, más allá de los límites de la calle Azorín.

Los urbanistas recuerdan un detalle de sobre la tendencia de los diseños estructurales que imperaban en la década de los sesenta del siglo pasado. Las telarañas de scalextric, en una época en al que la expansión del automóvil influía en el pensamiento y en el diseño de las ciudades; uno similar, fue demolido en la década de los años 80 en la plaza de Atocha de Madrid, para que la estética no enfrentara al peatón a la funcionalidad.

En la sucesión de pruebas de carga para reprobar la actitud de Adif de prolongar la solución del siglo pasado para atender urgencias del futuro emerge la liquidación de la obra; el puente que diseñó el ingeniero Eugenio de la Sal, tuvo un coste inicial de un millón cien mil pesetas; luego, se le añadió un recargo de setecientas mil pesetas más para reformar la señalización las vallas metálicas. Por dos millones y medio de euros se licita hoy un paso inferior en Llanos de Alba.

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