Diario de León

«Todo está muy mal; no se puede decir que no a nada»

Son seis de los leoneses que buscan un empleo para poder conseguir una nómina y están dispuestos a trabajar en cualquier empleo o sector

Majda Soussi, limpiadora. JESÚS F. SALVADORES

Majda Soussi, limpiadora. JESÚS F. SALVADORES

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El trabajo de Timoteo Gómez como vigilante de seguridad en la oficina de empleo de León va más allá de sus funciones habituales. Explica, organiza y atiende amablemente las dudas sobre las citas, las que tienen que pedirse por internet, las que son por teléfono y también las que son presenciales. Apunta y da paso y avisa cuando corresponde el turno a la activa cola que cada día se monta en la avenida de Asturias, donde ahora están las oficinas. Él sabe más que nadie la cara de los 31.223 leoneses que no tienen empleo y que acuden cada día a hacer sus gestiones para buscar un trabajo, para renovar la tarjeta —que aún se hace automáticamente— o solicitar una prestación.

«Tengo que intentar buscar un trabajo como sea, las ayudas son pocas y es mucho mejor trabajar», apuntó ayer mismo antes de entrar Majda Soussi, quien con su sueldo mantiene a su pequeña.

Silvia Ramos se quedó en paro poco antes de ser madre. Era profesora de Inglés y su marido ahora también está sin trabajo. «No tengo otro remedio en confiar que saldrá algo. Yo quiero ser profesora, he sido muy feliz en el aula, pero cogeré lo que me salga», explica esta joven que renunciaría a toda el tiempo invertido en su formación para enseñar inglés por conseguir un empleo con el que aportar ingresos estables a su familia.

Con quince años en España, el brasileño Edisson da Silva fue ayer a apuntarse al paro tras salir de una baja médica. Es soldador y, aunque ha hecho trabajos de todo tipo, ayer fue la segunda vez que se inscribió en el servicio público de empleo. También está «a lo que salga», porque reconoce que la situación «está muy mal, no se puede decir que no a nada».

Antes de emprender camino a otra provincia, con 22 años Cristian Jovellar volvió a inscribirse como demandante de empleo. Hace cuatro años que es camarero, tras cien días en Erte se le acabó el contrato. Comparte piso y está pensando en irse a una provincia en la costa para poder tener un empleo. «El mercado laboral está ahora muy estropeado», comenta este joven, que ya ha mirado la ayuda de siete euros al día que le corresponde por haber estado en Erte durante el estado de alarma. «Yo quiero seguir en la hostelería hasta que estudie algo», señaló antes de acceder a las oficinas.

Tras diez meses trabajando en la construcción, Tony Luta, de origen congoleño, fue a preguntar si tenía derecho a alguna ayuda mientras sigue buscando otro empleo. La obra en la que estaba se terminó el pasado viernes y con los diez meses de trabajo aún no tiene derecho a paro. Su mujer está embaraza, «tengo que trabajar en lo que sea, porque hay que pagar el alquiler y todos los gastos», apuntó este joven de 44 años que cuenta con amplia formación en varias ramas de la construcción.

Está en paro desde el 17 de julio y su marido, en un Erte. Silvia Barrio, con 40 años y un niño, era dependienta, pero tras el estado de alarma, en su empresa sólo se quedaron los que estaban fijos. «Estoy en búsqueda activa, porque con un niño pequeño tienes que trabajar, no es igual que cuando vives con tus padres, hay que trabajar en lo que sea», señaló tras apuntar que estaba pendiente de una entrevista de trabajo relacionada con sus estudios de Trabajo Social. «Me quedan 104 días de paro y aunque tengo derecho a un subsidio de 321 euros, pero con eso a dónde va una familia con un niño», señala esta jovial mujer, quien espera no tener que irse de León para trabajar.

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