Diario de León

único piloto republicano

El último vuelo del ‘Aquí te espero’ leonés

El Archivo de la Democracia de la Universidad de Alicante guardará todos los fondos de la Asociación de Aviadores de la República, que en el último número de su revista ‘Ícaro’ homenajea al omañés Antonio González Flórez

Parte de la tripulación del Potez 540 con el piloto leonés pocos días antes de ser derribado. ÍCARO Y ARCHIVO

Parte de la tripulación del Potez 540 con el piloto leonés pocos días antes de ser derribado. ÍCARO Y ARCHIVO

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manuel c. cachafeiro | león

Ícaro seguirá volando en la Universidad de Alicante, que a partir de ahora gestionará los fondos documentales de la Asociación de Aviadores de la República (Adar), en virtud de un convenio suscrito por ambas instituciones. Libros de vuelo, revistas, archivos personales, fotografías, cartelería de guerra, memorias de aviadores, documentación sobre procesos judiciales y un largo etcétera que podrá consultarse en el llamado Archivo de la Democracia.

Ícaro es el nombre de la revista de este grupo de aviadores, que en el último número publicado, el 119, rinde homenaje a uno de los pocos pilotos republicanos leoneses, Antonio González Flórez, nacido en Socil, Omaña, en 1912, y muerto el 25 de septiembre de 1936 al ser derribado el avión en el que participaba en un ataque, el famoso Potez 540, cerca de Toledo.

De él se conservan pocas cosas en el Archivo. Un par de cartas, aunque su nombre y su historia quedaran también en la memoria gracias a la publicación del reportaje de su vida en la revista ‘Icaro’ del pasado marzo.

El Archivo de la Democracia es una iniciativa del Vicerrectorado de Cultura, Deportes y Política Lingüística de la Universidad de Alicante, cuyo objetivo principal es «recoger los fondos documentales escritos, gráficos y sonoros de personas o entidades destacadas en el mundo de la política, la cultura o la economía alicantinas», especialmente desde el final del franquismo, aunque en el caso de la Asociación de Aviadores de la República echa la vista mucho más atrás.

Antonio González Flórez no fue un piloto más. Su avión fue uno de los más famosos. En su costado izquierdo llevaba una inscripción que lo dice todo de su carácter legendario: Aquí te espero.

EL ÚLTIMO VUELO

El reportaje sobre su trayectoria militar está firmado en el último número de la revista por Octavio García González, conocedor de la familia del piloto leonés, y Otelo Fuentes Gómez, y en él se narra con todo lujo de detalles aquel último vuelo. El avión fue derribado en una zona próxima a Rielves (Toledo), en la confluencia del Tajo, por los Fiat CR-32 de los sublevados Ángel Salas Larrázabal, Julio Salvador Díaz Benjumea y los italianos Gian Lino Baschirotto, Boetti y Salvadori.

Así lo cuentan: «El derribo es reclamado por Salas y Baschirotto, mientras Salvador ejercía de escolta. Como resultado del ataque, el avión republicano fue abatido y se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia a la altura de Huecas y Villamiel». Debido al impacto murieron dos de los seis ocupantes. Otros cuatro miembros de la tripulación sobrevivieron: José Brea Expósito, Nicolás López Rodríguez, el teniente Máximo Moreno y el leonés Antonio González Flórez. «Todos ellos consiguieron salir del aparato y vieron cómo se acercaban un grupo de soldados, a los que los aviadores confundieron con falangistas, aunque en realidad eran milicianos que venían a socorrerles y, ante el temor a ser capturados con vida, decidieron suicidarse de un tiro en la sien».

OTROS TESTIMONIOS

Otro piloto republicano, Andrés García Lacalle, que iba a participar en aquella misión del piloto leonés pero que finalmente no pudo despegar por problemas mecánicos, contaría más tarde que visitó los restos del aparato, entre los que se encontraban los cuatro tripulantes. «En otro relato del sargento italiano Ruzzin —añade el texto publicado en Ícaro— se describe que entre los restos del aparato, durante algún tiempo, permaneció el cadáver de uno de los tripulantes. Los otros cuerpos fueron recogidos por el comandante Pavón y llevados a la morgue del hospital de Carabanchel donde se les practicaría la autopsia, según Juan Arráez Cerdá, y es muy probable que los restos de los fallecidos estén en el cementerio de pilotos de Carabanchel Bajo en Madrid».

Antonio González Flórez era hijo de herrero de El Castillo y en su pasión por los aviones, explican Octavio García y Otelo Fernández, se cree que influyó un militar de alta graduación que veraneaba por aquella época en Socil, Tomás Flórez, y las lecturas de las hazañas de El Barón Rojo, el famoso aviador militar de la Primera Guerra Mundial.

Antonio González ingresó en la base aérea de Getafe el 8 de julio de 1933 para realizar el servicio militar de forma voluntaria. Hizo horas de vuelo en aeródromos civiles para entrar con más méritos que se pagaba trabajando en hoteles de Madrid, hasta que fue destinado en la Escuadra nº 1 de Getafe. Cuando falleció era sargento y fue ascendido a teniente piloto tras su muerte en combate.

La entrega del archivo de los aviadores republicanos fue el último gesto de Gregorio Gutiérrez, miembro de la asociación y también piloto, que falleció el pasado mes de abril.

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