Una filosofía de empresa

«José Antonio López ha sido honesto con su filosofía de empresa». Lo reconocen quienes llevan décadas trabajando con él, desde que fundó Everest en 1976. Un empeño que hizo progresar el negocio, pero también se convirtió en su principal lastre cuando la gravedad de la crisis y los retos del nuevo mercado globalizado se hicieron evidentes. Empezó con otros grandes editores, pero «nunca se prestó al pasteleo, ni admitió ayuda externa de nadie». Tampoco quiso ver la que se le venía encima al sector y a la empresa, que hoy gestionan cuatro de sus seis hijos. Porque la crisis le llegó un poco más tarde que a otros, fue a partir de 2008 cuando la caída de las ventas se hizo más evidente. Afrontó los pagos con el remanente, pero para cuando se tomaron medidas de reestructuración el deterioro era demasiado grave. Ahora se busca solución